Medianoche.

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En la medianoche, cuando las sombras toman su danza, los pensamientos intrusivos acechan, como el eco de la bonanza.

¿Será posible encontrar una noche serena y feliz? O acaso ¿el insomnio es el precio que pagamos por lo que perdemos?

He dejado escapar oportunidades, he visto amistades partir.

Mi fortaleza se desvanece, un suspiro en el abismo sin fin.

Nuestra humanidad, frágil chispa en el vasto universo, el amor, la brújula.

Pero la mente, un sutil perverso.

El fuego del alma, en su esplendor y grandeza, a veces se apaga, sofocado por la tristeza y la pobreza, mi mente, mi propia enemiga, extinguía esa alma, la he perdido, en el torbellino de la vida.

sin fama, pero en este abismo de la medianoche, reflexión profunda, busco respuestas en el silencio.

En la noche moribunda ¿Es acaso la mente el enigma que debemos resolver? O quizás el corazón, con su amor pueda volver a encender.

En el ministerio de la noche, entre luces y sombras, persiste en la búsqueda, la lucha contra las penumbras porque aunque perdamos, aunque caigamos en la brumas, la llama interna persiste, que la esperanza nunca se consuma.

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