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-¿ Insinúas que miento insolente ? - Aulló la señora Louren, enterrandome con la mirada.

Recorrí todo el local en busca de mi principal, Beatrix, esperando que pudiera sacarme de aquella confusión antes de que se fuera de las manos.

Por suerte, no estaba lejos y hizo acto de presencia enseguida, y yo, aproveché para escabullirme de esa incomoda situación.

Aunque fueran frecuentes por aquí, gracias a que estemos en uno de los barrios mas adinerados del Reino. Por aquí cuanto mas intolerante seas mas alto estas en la cadena alimentaria , son como animales que solo los reprimen por lo aceptado socialmente.

Media hora antes de cerrar, el local y la plaza central se encontraba completamente vacíos. Era como una especie de tradición entre fieras, nadie salía antes de medio día. Beatrix resopló a mi costado y posó su mano en mi hombro dando un suave apretón reconfortante.

- Puedes irte si gustas Keira, hoy cerraremos pronto y ha sido un dia exhausto, mereces un descanso - Esbozó una media sonrisa y apartó su mano para cruzarse de brazos - Además, se acerca el gran evento, tenemos poco tiempo y mucho que acabar-.

Solté una pequeña risa y me limité a asentir, poco después de que insistiera más porque no estaba segura de irme, accedí. Beatrix a pesar de ser mi principal y estar claramente varias posiciones mas arriba en la cadena alimentaria, siempre me había tratado como una igual. Ella sabe de donde proviene y no es algo que se moleste en ocultar.

Para ella su sueño siempre fue ser una modista, fascinada por crear nuevos vestidos y por ser alguien reconocida en el reino, trabajo día y noche hasta alcanzar sus sueños y ahora es la boutique mas reconocida entre la nobleza. Lo que empezó siendo una niña con un sueño inalcanzable acabó convirtiéndose en lo que es hoy en día.

A la hora después paso el arco que da comienzo a mi urbanización, son varios edificios de piedras con colores ya amarillento desgastados, localizados a las afueras del reino.

Sacha, asomó su pequeña cabeza por el balcón y nada más verme dio un largo suspiro. Ella es una de mis vecinas, una señora mayor, ronda los 58 años, su pelo es rojo como el fuego pero varias canas se asoman hacia el exterior, y jamas se le borra ese brillo en sus ojos avellana, tan llenos de esperanza, ademas  nos brinda ayuda a mi madre y a mi cuando no podemos cuidar a mi padre varios días.

- Ay mi niña, la fiebre no ha bajado desde madrugada, y tu madre me dijo que te avisara que se retrasará en llegar; que ha tenido que salir a comprar al mercado - Comentó mientras colgaba la ropa para airearla. Después de una larga charla comentando nuestro día subí al segundo piso donde se encuentra mi casa.

Nada más entrar por la puerta lo primero que se apreciaba era un humilde y estrecho pasillo que estaba decorado con margaritas y amapolas, las favoritas de mi madre.

Luego había una habitación que se encontraba la cocina, al fondo de la habitación dos sofas, tenían varias telas por encima de la ultima vez que cosimos mi madre y yo juntas, y entre medio una mesa larga de madera con varias sillas encima de una enorme alfombra que hacia juego junto con las paredes amarillas. Para terminar tres habitaciones, la de mis padres la cual constaba de una cama y pequeños muebles ya desgastados y polvorientos, al lado se encontraba mi habitación que era prácticamente idéntica con el ligero cambio de que era un poco menos espaciosa. Y justo enfrente de esta el baño.

Al cruzar la cortina que daba al cuarto de mis padres, me acerco al lado derecho de la cama donde mi padre descansa, su cabeza estaba sudada, varios pelos blancos se pegaban a su piel a causa del sudor y de los paños húmedos de su cabeza.

- ¿Cómo amaneciste hoy? - Pregunté aunque la respuesta era clara, solo recibí un leve murmullo en respuesta. - Dentro de dos días sera el gran baile, llevo días preparando mi vestido y Beatrix me ha estado ayudando mucho porque claramente estos días no hemos podido parar, en lo que llevamos de semana nos has encargado ha hacer 6 vestidos ya.

El ruido de la puerta principal, avisó la entrada de mi madre.

- Keira por favor ayúdame en la cocina y con los mandados - Pidió con una cesta llena reposando de su hombro. Mi madre es una mujer bajita y delgada, ambas tenemos el pelo castaño aunque ella un poco mas oscuro y corto, sus ojos celestes denotan cansancio y las ojeras lo destaca aun más. Hoy ha tenido que ser un día agotador para ella, que trabaja en un viñedo desde antes de ponerse el sol.

Enseguida fui a ayudarla, mientras mi madre encendía la radio y limpiaba, yo iba preparando la comida para el almuerzo. De fondo puso un vals causando que ambas nos pusiéramos a bailar en nuestro sitio mientas seguíamos con las respectivas tareas. Hasta que  se quedo mirándome con una deja arqueada.

-¿Qué ocurre? - Dije mientras seguía a lo que yo creía que era el ritmo de la melodía.

-¿Como que qué ocurre? El gran baile es dentro de dos días como no has aprendido a bailar algo tan típico como un vals todavía.- Aunque su tono era acusatorio su mirada expresaba diversión. Así que esa misma tarde estuvimos ensañado hasta que terminamos de hacer la comida practicando, sinceramente, soy peor de lo que me imaginaba.

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⏰ Última actualización: Aug 18 ⏰

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