12. Arcade

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La vibración me hacía tambalear. Era un movimiento mínimo, pero no podía evitar tensar todo mi cuerpo para no molestarlo mientras leía su libro. De reojo observé las amarillentas páginas, plagadas de palabras que captaban su atención haciéndolo fruncir el ceño de vez en cuando.

Leí una frase: "El hombre débil se vuelve fuerte cuando no tiene nada, porque sólo entonces puede sentir la locura de la desesperación." Él acercó más el libro a su pecho, como si leyera esa frase en simultáneo conmigo. Torció la boca hacia abajo y luego lo alejó quitando su mirada del texto quedando absorto contemplando a la nada.

Cerró el libro, "La compañía blanca" leí en el título. Notó mi interés y me lo acercó.

—Lee la sinopsis, si te interesa te lo daré cuando lo termine.

Arthur Conan Doyle, leí el nombre del escritor. Cada palabra que avanzaba me hacía interesarme más en aquel mundo plasmado en papel, el chico me dio una mirada suave antes de hablarme.

—¿Te llamó la atención?— me preguntó.

Asentí cerrando el libro, admiré la portada y se lo regresé. Lo tomó y lo guardó en su mochila negra.

Un peso se dejó caer suavemente en uno de mis hombros y al instante supe de quién se trataba cuando sentí su cabello hacerme cosquillas en el cuello.

Se quedó dormido.

Sus pestañas cerradas contrastaban contra sus mejillas, erguía todo su peso sobre mí. Me recosté al espaldar del asiento para que estuviera más cómodo usándome de almohada.

Nanami lo vio con extrañeza.

—Durmió muy poco— me comentó—. Hay que dejarlo descansar mientras llegamos.

Aquel viernes habíamos terminado las clases como cualquier otro día, cuando recibí la llamada de Shoko.

—"Vengan al arcade, habrá un torneo de Mortal Kombat— había dicho casi gritando al estar en un lugar bullicioso—. Los esperaré en la plaza cerca de Omoide Yokocho en Shinjuku."

E íbamos en camino a encontrarnos con ella.

Con ellos.

Suspiré y apoyé mi cabeza sobre la suave cabellera de Yu. Mi mente divagó por un rato hasta que la mano de Nanami me agarró la rodilla.

—Ya llegamos— avisó levantándose casi de inmediato.

Toqué el rostro de Yu repetidas veces intentando despertarlo pero no funcionó. Nanami harto de mis inútiles intentos, lo zarandeó como maraca hasta que abrió sus ojos con pereza.

—¡Ya me desperté! ¡Ya!— dijo levantándose de golpe viendo a todos lados con desesperación.

Nanami lo tomó por el cuello de su uniforme y lo sacó a rastras del vagón, los seguí intentando no reírme. La abarrotada estación de trenes nos dio la bienvenida envolviéndonos en un bullicio causado mayormente por estudiantes de secundaria y de preparatoria, el ambiente era agradable. Algo muy raro para estar en un lugar donde las maldiciones suelen habitar.

Salimos del subterráneo y yo ya estaba jadeando del cansancio al subir tantas escaleras para ganar una carrera contra Haibara, que obviamente perdí. Sus piernas eran el doble que las mías.

—Dejen de portarse como críos, se pueden caer— nos llamó la atención mostrando los dientes con disgusto.

—¿Siempre eres tan aburrido?

—¿Siempre eres tan alcahueta ante sus peticiones?— me respondió a la vez que veía a Haibara.

Nos quedamos en silencio como cachorritos regañados por un par de minutos mientras caminábamos por las calles de Tokio. Haibara me daba miradas como si tramara hacer algo, empezó a picarme las costillas repetidas veces hasta que me harté y le di un golpe en el brazo.

Eyes on me || JJK     [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora