13. Colibrí

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Mi pie se movía de arriba a abajo, con ansiedad.

Nunca fui sido consciente de esa manía, hasta que me encontré luchando por concentrarme en el libro que tenía frente a mis ojos y no en su pesada presencia, con solo unos cuantos centímetros separándonos. En silencio.

Estaba tan callado y sereno que incluso parecía estar tranquilo compartiendo espacio conmigo.

Era lo normal porque estábamos en una biblioteca pero nunca me imaginé toparme a Satoru Gojo en un lugar donde el requisito principal es el silencio, sacudí mi cabeza ante la mención de su nombre en mi mente.

Respiré con pesadez y me esforcé en enfocarme en la lectura nuevamente, el bolígrafo que mordisqueaba se escapó de mis dientes para empezar a hacer función de baqueta y mi cabeza de tambor.

Leía línea tras línea de información pero no de lo que yo buscaba específicamente. Solté un suspiro antes de acariciar la página añejada buscando alguna palabra clave, pasé a otra página y luego a otra, y cuando me di cuenta ya llevaba la mitad del libro sin encontrar una maldita respuesta para el cuarto punto del cuestionario que Nanami, después de rogarle de rodillas, a duras penas me facilitó para estudiar. Y eso que solo me dio las preguntas.

Lo cerré con fastidio y lo coloqué sobre la pila de libros descartados. Miré mis apuntes con desdén y analicé lo que logré recopilar, con ello no sería la mejor estudiante de mi año pero seguro Yaga valoraría mi esfuerzo, o eso me quise convencer.

—¿En problemas, cucaracha?— decidió romper el silencio reinante en aquel almacén de libros empolvados.

Él estaba con una carpeta abierta que desplegaba hojas cuadriculadas por toda su parte de la mesa. Apoyó su mejilla sobre el dorso de una de sus manos, me miró divertida mientras, con la otra mano, hacía girar un lápiz de grafito con actitud despreocupada.

—¿Te importa?

—No, pero me divierte— admitió—. Dime, ¿qué te hace arrugar la cara como si te estuvieras ahogando con un limón exprimido?

Bufé pero no pude evitar esbozar una sonrisa.

—¿Te ríes por que ya te diste cuenta de lo graciosa que te ves concentrada?

—Eres un completo tonto, Gojo. De eso me río.

—Sí, soy un tonto— restó importancia a mi aclaración. Bufó—. Soy un tonto.

Levanté mi mirada. Nos vimos a los ojos. Lo evité regresando a mis apuntes.

—Estoy estudiando, haz silencio— le pedí.

—Como ordenes.

Apreté mis labios y asentí recelosa antes de tomar otro libro intentando tener más suerte esta vez. Desglosé el índice parte por parte y cuando encontré una sección que podía contener la información que yo necesitaba busqué la página con determinación.

—¿Hoy no te acompañan tus perritos falderos?— volvió a hablar luego de unos momentos de silencio.

Lo miré con molestia.

—No te metas con ellos— tajé regresando mi atención al libro.

Haibara y Nanami habían decidido unirse a mí después. Estaban en el salón, necesitaban una pizarra para practicar ejercicios matemáticos, y yo ya no quería volver a ver números en un buen tiempo después de desvelarme toda la noche estudiando. Así que me adelanté con otra asignatura.

Era imposible que me fuera tan mal en matemáticas básicas, pero sí en las clases en las que debía memorizar datos. Mi cerebro desechaba lo que no lo veía importante.

Eyes on me || JJK     [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora