꒰🍄꒱ Capítulo 4: Choques directos

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ALEXEY

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ALEXEY

El chico eslavo se encontraba tranquilamente en su jornada de trabajo, ya eran alrededor de las 4:33, y recién recordaba, gracias a una notificación de su celular de parte de una aplicación de agenda, que debía ir a comprar algunas cosas que le faltaban; que más que nada, eran alimentos. No, no quería ir al siguiente día porque no le daría tiempo. Iría hoy, pero necesitaba ir casi a estas horas, recordemos que su turno en los fines de semana termina a las 9:30 de la noche.

Antes que se lo pregunten – o quizá no. – Desde temprano, antes de irse al trabajo, realizó sus tareas para el día siguiente, aunque solo eran dos; Historia y Sociología.

Sería realmente sincero, le daba una pena ir a pedir permiso para mínimo salir 1 hora, o quizás 1 hora con 30 minutos, no sabía si le iban a aceptar o denegar ese tremendo favor de dejarlo ir a comprar algunas cosas; total, el día pasado había visto que uno de sus compañeros pidió permiso por un pequeño lapso porque al rato regresó.

"El que no arriesga, no gana" ¿Por qué mejor no lo intentaba? María era buena onda a su parecer y quizá lo comprendería.

Así, se acercó a la mexicana, era la única chica con la que se llevaba, y con la única en el trabajo en sí. A este punto se podría llegar a pensar que es la única persona que trabaja, pero es ella la que está a cargo de todos los turnos del café, es básicamente la "jefa" del lugar.

— Mari. — Habló un poco bajo el ruso cuando se acercó a la chica viéndola hacia arriba, la chica era un poco más alta que él.

— Dime Ale. — Formuló la chica.

— Mira, realmente espero que esto no suene como un insulto o algo así, pero me gustaría que me dieran algo de tiempo para salir, necesito ir a comprar algunas cosas para mi alacena. — Le explicó a la chica de tez morena, rezando en su mente para no recibir un regaño de parte de María, quien estaba pensante por la propuesta.

— Pues realmente de mi parte no hay problema, o quizá sí, es tu tercer día de trabajo literalmente. — Afirmó. — Sin embargo... — Añadió para dar una pequeña pausa. — Si puedes ir, solamente, no te tardes mucho ¿Vale? — Decretó finalmente de forma afirmativa a la petición.

— Sí, sí, claro, trataré de no regresar muy tarde, ¿Puedo dejar mi mandil aquí? — Hizo una última interrogante, a la cual, María asintió con la cabeza.

El eslavo fue a la habitación con las pertenencias de cada empleado y guardó su mantel en su correspondiente casillero, doblándolo cuidadosamente. Terminada esta acción, salió con rumbo a la plaza.

Durante su trayecto, recibió una llamada; era de parte de su tía, la cual, tan solo ver el nombre en la pantalla, contestó de la forma más rápida posible, pues la mujer verdaderamente enfurecía si su sobrino no le respondía las llamadas a tiempo.

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