Capitulo 3. De cómo Marcela conoce a su salvadora.

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Ya era de día, y un rayo de luz se coló entre mis parpados y desperté, me sentía descansada totalmente, pero me acordé de lo que había pasado y volvió mi tristeza. No veía al vagabundo por ningún lado, quería agradecerle su caridad, pero no estaba ni siquiera la sabana, al final me rendí. Solo caminaba dando vueltas alrededor del zócalo pensando en lo que había pasado, no sabía para donde caminaba, estaba descalza, de repente mientras pasaba enfrente de la iglesia, una fuerza extraña me detuvo y sentí la necesidad extrema de entrar y oír misa, tal vez era mi alma, bien dicen que la voluntad es más poderosa que cualquier otra fuerza motriz, y uniéndola con mi fe ni siquiera el poder del mismo demonio podría evitar mi intención. Al entrar, lo primero que vi, fue el altar, pude ver una urna la misma silueta de aquella virgen que estuvo en mi sueño misma que me hacía dicho que escoger, sobre su nicho a cristo crucificado, mi asombro fue tal que caminaba hasta que llegue a los escalones para subir al altar, no los vi y tropecé, todos se burlaron, pero fue el padre Arturo quien fuese un amigo íntimo de mis papás pues él los había casado, el calló y a la vez regañando a los que se burlaron, y me ayudo a levantarme, me sentó en la primera fila y me citó al final de la misa. Toda la misa la pasé observando a la virgen y a la vez me daba risa porque toda mi vida viviendo en Atoyac y nunca había puesto atención sobre la virgen de ahí. Una vez terminada la misa ya que se habían ido muchos y quedado pocos, me quedé sentada y el padre después de hacer todo el protocolo al terminar la misa me llamó y nos arrodillamos e el santísimo y empezamos a platicar, él me dijo:

- ¿Tú eres la niña que secuestraron verdad?

Yo respondí:

- Veo que ahora soy conocida, ya después de la desgracia, y si soy esa misma niña

El padre me dijo:

- Lamento mucho tu vida, pero no tienes que ser tan fría en la casa de Dios, a tu edad yo no sabía que era la vida, y más sin embargo tú ya sabes que es la vida y la muerte. Pero cuéntame con la misma confianza que le tendrías a Jesucristo. ¿Cómo fue que sigues viva?, ¿Cómo te paso esto?

Le conté mi historia tal y como había sido, llego un momento en que sólo rodó una lágrima de su mejía, le conmovió mi historia, le dije:

- Y como usted verá, me gustaría saber el nombre de la virgen de allá.

El me respondió con orgullo:

- Ella es la Virgen de Santa María de la Asunción, patrona de todo este pueblo llamado Atoyac,

Y aprovechando la situación le dije:

- Padre, la verdad es que no tengo a donde quedarme, solo donde mi tía, pero ella era apartada de la familia y el no ir a la misa de cabo de año de su propia hermana significaba un odio hacia ella y por ende hacia mí y donde vive es en la casa de su patrona y no creo tener cabida, pues a todo esto desearía quedarme aquí en la iglesia.

El padre con cara de descontento me dijo:

- Aquí no puedes quedarte, pero te recomiendo que invites a tu tía a tu casa y tengas compañía, no te podrá hacer nada puesto que estará en tu casa. Yo te acompañaré a su trabajo.

Y así fue como fuimos al trabajo de mi tía y pedimos hablar con ella y la invitamos a vivir con migo en la casa de mis padres y acepto, todo fue conmovedor que surgieron lágrimas, ella me prometió muchas cosas la cuales no quiero recordar, en pocas palabras me prometió bonanza, pero solo eran palabras más hipócritas que las de cualquier político en campaña. Pensaba que ya todo había acabado pero la verdad es que no, solo era el comienzo de mi largo sendero lleno de espinas y profundos pozos.

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⏰ Última actualización: Jun 30, 2015 ⏰

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