• Stalking Sex

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Donde recibes a tu amigo en tu hogar pero descubres algo extraño.

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Tu reloj digital marcaba las 18:32 de la tarde. En pleno invierno, el sol ya estaba casi por completo en su escondite y la ventisca fresca golpeaba tus mejillas sonrosadas.

Fuiste apaciguando tu trote mientras retirabas los auriculares inalambricos de tus oídos, volviendo a la tierra para escuchar el sonido de los automóviles y personas caminando o hablando. Para tu suerte, la calle era muy concurrida.

Hace meses te sentías extrañamente incómoda en cualquier lugar al que ibas, una mirada clavada directo en tu nuca, aquella constante sensación de amenaza, a pesar de estar acompañada o rodeada de gente, el peligro acechaba continuamente.

Intentaste pasarlo siempre por alto. Jamás tuviste problema alguno mas que tu sugestión. Ninguna persona extraña, alguien que encuentres todo el tiempo cerca de ti ni nada por el estilo, por lo que supusiste que estaba todo dentro en tu mente.

Guardaste los auriculares en su cajita para que empezaran a cargar, mientras mirabas hacia adelante y a una que otra persona sin mucho interés, pues intentabas regular tu respiración agitada por el trote y anhelabas llegar rápidamente a tu hogar.

No pasaron más de tres minutos que ya estabas abriendo la puerta de la casa, adentrandote en ésta y cerrando también las otras dos cerraduras más de precaución.

Arrojaste tus llaves en la mesa del recibidor en medio de un suspiro exhausto, con la idea de ir directo hacia tu cuarto para tomarte una ducha rápido y comenzar a cocinar, sin embargo, este pensamiento se esfumó en un segundo al escuchar el timbre sonar.

Protestaste con una queja y te diste media vuelta sobre tus pies para volver hacia la puerta principal, donde observaste por la mirilla y no dudaste en abrir con brusquedad la puerta.

-¿Te parece venir sin avisar? -fruncistse tu ceño y te diste vuelta rápidamente para comenzar a caminar hacia dentro de tu hogar otra vez.

-Sólo estaba de pasada y quise venir a verte, maldita antipática -se quejó cerrando la puerta detrás de él y caminaba hacia el sofá del comedor, dejando con delicadeza su bolso negro -. ¿Vuelves de trotar?

-Sí -respondiste seca mientras te adentrabas en la habitación.

-Eres una chica de muchas palabras por suerte -oíste su caminar pesado llegando hacia el cuarto, donde se detuvo en el marco de la puerta para apoyarse y mirarte desde ahí con sus manos en los pantalones.

-Estoy cansada, no tengo ganas de hablar mucho -suspiraste mientras tomabas tu ropa y dos toallas de tamaño mediano -. ¿Y tú de dónde vienes con ese bolsón?¿Hay un cadáver, acaso? -bromeaste con una ligera sonrisa en tus labios.

-No, es para meter el tuyo, por asocial -continuó tu broma con un tono de molestia -. Sólo llevo mi equipo de fotografía -terminó por aclarar mientras peinaba su cabello rubio.

Tus ojos se abrieron ligeramente y sonreíste ampliamente, pues eras una gran amante de la fotografía, a lo cual tiraste la ropa sobre tu cama para caminar rápidamente hacia el masculino.

-¡¿En serio, me dejas ver lo que sacaste hoy?! -el entusiasmo te abordó en un santiamén, dejando de lado el cansancio que te ponía de mal humor.

-No -no se mosqueó en lo absoluto, tan sólo te miró desde arriba, por la notable diferencia de altura entre ambos, con cada facción de su rostro en seriedad -. Sabes que no me gusta que...

Antes de que pudiera terminar, te escabulliste entre su gran físico y el umbral para correr hacia el comedor, yendo directo hacia su bolso.

Tomaste con agilidad la cremallera para abrirla casi del todo, no obstante, antes de poder siquiera ojear la cámara, su enorme cuerpo se abalanzó sobre ti, empujándote con algo de agresividad hacia el colchón del sofá, quedando encima tuyo.

Nanami Kento / OneShots [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora