Capítulo 1. ¡Qué un Hipopótamo se Coma A mi Ex!

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Michincella:

Oficialmente has quedado en mi pasado y ahora espero que te coma un hipopótamo. No, pobre animalito, le va a hacer mal.

La verdad, ya hasta me había olvidado de tu nombre, pero bueno, aquí vamos con esta despedida épica, casi tan épica como las remontadas del City en el Etihad. Parece que finalmente decidí ponerme en modo "desamor" contigo y créeme, es una decisión liberadora y se siente bien bonito. Supongo que mereces una carta de despedida... o al menos algo que se le parezca. Cosa que voy a disfrutar mucho muajajaja (inserte risa diabólica).

Primero que nada, quiero agradecerte por todas las veces que me hiciste dudar si estaba en una relación o en una competencia de resistencia emocional. Tu indiferencia y frialdad diaria eran como un maratón de emociones, y ya sabes cuánto adoro el deporte (pero no tanto como adoro alejarme de tus sentimientos diabólicos, eso es seguro).

Ah, Michincella, esa sonrisa tuya, que tantas veces soñé en saborear, mi corazón de michi escritor deseaba con tantas fuerzas besar aquel lunar que adornaba tus labios, bueno, ahora que lo pienso, tiene forma de hormiga, así que creo que ya no se me antoja tu sonrisa. Al menos, eso creo que es una sonrisa, porque en los últimos meses, a veces parecía más una mueca de disgusto. Pero no te preocupes, estoy seguro de que en algún lugar hay alguien que encuentra esa cara "encantadora", quizá después de todo sí le gustes a un hipopótamo.

La verdad es que después de nuestra ruptura, algo cambió en mí. Quizás fue ese deseo repentino de competir, de superar cada obstáculo, o tal vez simplemente necesitaba mantenerme ocupado. No estoy seguro de cuándo exactamente me convertí en un apasionado seguidor del Manchester City, pero seguro que alejarme de tu drama me dio tiempo para sumergirme en el mundo del fútbol y el "Cruyffismo". Ahora estoy seguro que lo más importante en una relación es mantener la posesión... y la posición (guiño guiño).

Sí, ahora me siento como el Guardiola de las relaciones sentimentales, aplicando tácticas y estrategias para evitar caer en los mismos errores. Quién lo diría, ¿verdad? Me convertí en un maestro del Cruyffismo emocional, tratando de crear una especie de "Fútbol Total" en mis futuras relaciones. Después de todo, Johan Cruyff no solo cambió el fútbol, sino que también inspiró un cambio en mí.

Pero, hablando de inspiración, quiero reconocer que tú también eras un talento con mucho potencial, una escritora y actriz brillante. No importa lo exasperante que fueras a veces, admito que tu creatividad me mantuvo intrigado. Y, a pesar de todas nuestras peleas, echo de menos esos momentos en los que compartíamos ideas y proyectos. ¡Dios! Tú y yo éramos una pareja increíble, si he de ser sincero mi mejor "prime" lo tuve a tu lado.

Por supuesto, todo eso queda en el pasado. Ahora estoy listo para escribir mi propio guion y ser el protagonista de mi vida. Aun así, reconozco que, en cierto sentido, me ayudaste a descubrir un lado competitivo, el lado más agresivo mío, que ni siquiera sabía que tenía. Y sí, también agradezco que me hayas preparado para la vida cruel que es estar fuera de tu entorno. ¡Por tercera vez espero que te coma un hipopótamo!

Michincella, esta carta es mi manera irreverente de decir adiós. Puede que el teatro y la escritura hayan sido nuestro escenario, pero ahora me dirijo a las gradas, listo para gritarle al Manchester City con la pasión de un hincha desenfrenado. (No es cierto, no tengo dinero ni para boletos baratos del equipo pipipipi).

Aun así, adiós a tus críticas constantes, a desvelarme esperando un mensaje tuyo y a todas las conversaciones ridículas que teníamos. Pero, ¿sabes qué? No cambiaría nuestra historia por nada en el mundo. Al fin y al cabo, me has enseñado a apreciar la vida de artista atolondrado y eso no tiene precio... Chale, casi pongo "Eres Arte", ya no lo eres, definitivamente no lo eres.

Así que, con una mezcla de alivio y un poco de tristeza (porque, bueno, es divertido burlarse de ti), te digo: ¡Hasta nunca, Michincella! ¡Es hora de vivir! ¡De realmente vivir! 

Atte. Alberto

Tu Michincel

Michister Citizen

Me estiro como un gato con flojera después de escribir esa carta; sinceramente, creo que es uno de mis mejores escritos. Al fin siento que mi vida está tomando su curso. Conseguí trabajo como docente en este chistoso instituto que es un colegio, un orfanato, un equipo de fútbol y muchas cosas más al mismo tiempo. No me extrañaría que un día sea una base de cohetes espaciales.

He tenido la oportunidad de trabajar en algunos institutos y poco a poco me estoy haciendo un poco más conocido en la ciudad. Sobre todo, este año parece ser el bueno; parece que el City al fin ganará la Champions.

La vida es buena.

Así que como me encuentro solo en la sala de maestros me dispongo a poner aquella canción que no deja de rondar en mi cabeza. "Deep in the Jungle" me gustó sobre todo porque al inicio tiene un sonido de elefante, ¿quizá él sí se podría comer a mi ex sin qué le haga daño?

Pero mientras disfruto de esa nueva felicidad, la escucho, esa voz tan formal y sin querer seductora, es inconfundible.

—Buenas tardes, ¿usted es el nuevo profe...? —se detiene al verme de nuevo.

—Michincella... —susurro en cuanto la veo directamente a los ojos.

—¡Dios...! —responde ella, bajando la mirada y negando con la cabeza—. En seguida... vendrá... vendrá... el director y, por favor, no me llame así, mi nombre es Aitana.

Aunque mi corazón debería quebrarse en este momento, no puedo evitar ponerme feliz, porque al parecer, ella todavía lo recuerda. De repente, sonrío sin querer ante el mundo de posibilidades que implica trabajar con ella. Recuerdo que todavía llevo su foto en la billetera y, aunque quiero decirle un montón de cosas, solo sigo sonriendo como perro en la estación de buses.

Pensándolo bien, esa carta no es mi mejor escrito, porque ahora carece de su significado real. Estúpido corazón, estúpido yo.

¿Diosito puedes mandarme un elefante? Debes tener muchos. Uno comegente por favor. 

Michister Citizen Una Ridícula Forma de Conseguir el Perdón de una MichincellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora