Epígrafe

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Las lágrimas cayeron por mis mejillas como si hubiesen esperado una eternidad en hacerlo

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Las lágrimas cayeron por mis mejillas como si hubiesen esperado una eternidad en hacerlo. Era tan doloroso sentir este sufrimiento creciendo dentro de mí y no darle una cura.

Las lágrimas que trataba de contener eran continuas y se estrangulaban en mi garganta como uno nudo difícil de liberar alternando mis sentimientos.

La oscura y sombría imagen que se proyectaban frente a mí era un recordatorio de que la felicidad no merecía ser uno de mis sueños al igual que mis deseos de alegría y paz. Era tan miserable. Pero con los años lo pude sobrellevar.

Sin embargo, esto es diferente. No puedo con esta culpa, no puedo soportar las sangrientas y crueles palabras que susurraban en mi oído. Gritándome que es mí culpa por aceptarla la felicidad creyendo que no traería consecuencias. Dividiendo mi razón, mi felicidad y mi futuro.

¿Qué debía hacer?

Sentarme a llorar y dejar que las cosas se solucionaran por sí mismas. ¡Pues no!

A quien engañaba. Esta pregunta tenía una sola respuesta que era muy clara. Poseía una misma finalidad. Abandonar mi felicidad de escapar y poner en mi primer lugar a la persona que me demostró lo que es ser amada con tanta intensidad.



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