no hay tierra más allá del Volga, prólogo

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•El crujido de la madera causado por el invierno era oído por los poco animales que aún transitaban los norteños bosques rusos, pero había otro animal que aún y por la noche encima, avanzaba. El humano habría encontrado las maneras más eficientes de matarse los unos a los otros, en las calles no se escuchaba nada más que el propio silencio. Algunos edificios ardían pero el silencio era tan maravilloso después de escuchar al infierno arder, para los sitiados; el silencio era su recibimiento al cielo finalmente después de meses y meses de lucha.

•¿Acaso no hay nadie que pudiese parar al fascista?
En cualquier caso, la paz finalmente había llegado para ellos en la forma de la muerte propia, para aquella fatídica noche Stalin ya había sido informado de la perdida de Leningrado. El futuro de la tierra patria era incierto para entonces, para el mundo entero probablemente igual. Aunque tenían entendido que el asedio había dejado diezmado a buena parte del ejército norte. Tenían a favor el espeso bosque. La contraofensiva en aquella zona era básicamente imprescindible más aún sabiendo que los finlandeses están en sus tierras ayudando al invasor nazi.

•No había que tener piedad alguna, Stalin sabía que tenía que desangrar a la imparable maquinaria alemana, el reabastecimiento alemán era pobre y el traslado de sus nuevos combatientes pocos o casi nulos. En una sola mañana, Leningrado había sucumbido finalmente, sirviéndose el té observa a través de su espejo, la entera unión está en juego.

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•Por las calles, la gente luce despavorida y nerviosa, en la estación de tren llegaban noticias de que para la mañana de aquel trágico día finalmente Leningrado había caído, aún no me lo creía internamente, tenía aún una lucha sobre su creer o no pero para la tarde del mismo día, el propio periódico lo habría de confirmar. No me habría dado cuenta pero hasta en la esquina inferior derecha hacían llamado a la población a prestar servicio militar, un llamado para acabar con el terror.

•Habia crecido en un ambiente en calma y la mera palabra guerra me helaba la sangre, ¿Acaso es que el ser humano tiene que matarse para solucionar todo? Probablemente es un argumento demasiado blando, sabe aún que la vida no es un color de rosa, de creer eso sería ingenuo e irresponsable. Creamos o no, la gente buena o mala no existe, solo existen personas en tonos grises, ni blanco ni negro.
La guerra nunca ha dejado nada bueno, pero está vez era diferente, pues, estás gentes cometían el genocidio de forma sistemática, al mismo nivel o por encima de genghis khan.

•Si para entonces siendo pocos, pudimos con la horda dorada, que dice que no podamos en contra del terror fascista que ya tanto daño ha causado. Probablemente sabe que el sesgo ideológico le tapa el ver la realidad, la lucha era por la supervivencia de este estado, y aquellos luchaban por la supervivencia de su supuesta raza y costumbres de una era dorada que jamás existió. Ellos también estaban lo suficientemente jodidos en la miseria y para cuando un loco con ideas nacionalistas entró en el escenario supieron encontrar su salida del hoyo de la miseria causada por las post-guerra de la que recién estaban pagando.

•Francia e Inglaterra parecían confiados, más nunca juegues con el odió entero de una nación herida y agresiva ya desde la propia edad media, marinando ya su odio en contra de la comunidad judía. Pero para entonces ya era tarde, Francia había caído e Inglaterra sufría constantes bombardeos. Para su trágica suerte, estados unidos era de oídos sordos en la ayuda, pasaba por su etapa aislacionista tal como niño por la pubertad.
Dios salve a Churchill.

•Desde el norte de África hasta el ártico mismo, el Reich se imponía ante europa y el mundo temblaba ante el terror que desprendía, propio de la esvástica. Pero aunque las posiciones soviéticas caían como moscas ante el avance alemán, estás eran nuevamente relevadas por más y más soldados. En cambio, para el bando alemán, la sola idea de ser bien suministrados y sobre todo, relevados, ya era un sueño lejano. Cada baja en su bando era resentido en sus números, ¿Podría alemania derrumbar a la peste roja? Tal como ellos le nombraban.

•16 de septiembre de 1942

Stalingrado, a orillas del río Volga

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