M I É R C O L E S

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Steve estaba con su linda novia en la cafetería del instituto, planificando el día del baile, que sería el sábado por la noche.

—Entonces, ¿qué te parece si uso un vestido rojo?

Preguntó ella muy feliz, apoyando su rostro entre sus manos mientras miraba a su perfecto novio.

—¿Vestido rojo no es muy llamativo?

Preguntó Steve, acomodando el cabello de su novia que tenía una pequeña pelusa. Se tardó un poco en hacerlo pues estaba enredada, pero mientras estaba en eso, vio a Tony caminando justo detrás de ellos.

—¿Llamativo?, entonces podría ser el vestido verde, ese me gusta mucho y...

Steve se levantó de su asiento sin pensarlo, dejando de escuchar a Peggy en ese momento.

—Espera bonita, ya vuelvo.

Ese chico le causaba tanta curiosidad, porque eran tan diferentes, tan desiguales que se sentía como si ellos fuesen dos imanes de cargas distintas.

—¡Tony!

El nombrado se volteó mientras bebía café, y sonrió al ver al rubio que se llevaba topando ya tres días seguidos.

—Steve.

Saludó luego de beber de su dulce bebida.

—¿Qué tal?, ¿estás ocupado?

—Umh, algo así, ¿quieres acompañarme?

[...]

El celular del rubio vibraba y vibraba sobre la gran mesa blanca del laboratorio, pero no lo escuchaba, porque lo había dejado olvidado desde el almuerzo.

—Wow, ¿pasas tus días aquí?

Preguntó curioso el rubio, genuinamente interesado en el trabajo del castaño.

—A veces olvido que es algo académico porque disfruto estar aquí, puedo saltarme clases... o sea, no debería pero,  ¿a quién le importa? —Hizo un gesto con la mano restándole importancia. Mientras más lo conocía, más le intrigaba. —Volviendo al tema, también ayuda a mi promedio, soy un maldito genio.

Steve no se sintió molesto por el comentario, sólo sonrió y apoyó su rostro en su mano, mirando a Anthony uniendo cables en una mano robot o algo así.

—Espera. —Se puso derecho, llamando la atención del castaño. —¿Te saltas clases porque sí?

El contrario se encogió de hombros, sin entender la preocupación en la voz del más alto.

—¿Y quién no?

Preguntó con una sonrisa divertida.

—Pues, yo.

El castaño rió, y el rubio alzó una ceja en son de confusión.

—Es broma, ¿no?

Steve apretó los labios. El castaño dejó de sonreír y negó con la cabeza en reprobación.

—No puedo creerlo, Steve Rogers, eres demasiado correcto.

—No lo soy, sólo sigo las reglas y...

—Shh, porque por si no lo habías notado ya, nos saltamos las clases después del almuerzo.

Tony apuntó al reloj digital de la pared, sonriendo mientras la cara de Steve era un poema.

El chico rió, y Steve quiso correr a la salida, pero antes de que pudiera salir, Tony le tomó la mano.

—No tienes que seguir siempre las reglas, no seas aburrido. Además, es la última semana de clases y podemos disfrutar algunos privilegios de tener el laboratorio para el mejor alumno del instituto.

Steve sonrió porque aunque él nunca rompía las reglas y hacía lo que todos esperaban de él, esta vez, se sintió más libre de hacer por vez primera, algo que quería, y no algo que debía.

—Okay...

—Jarvis. —Habló fuerte Tony mientras caminaba con Steve de la mano hasta el centro del laboratorio. —Pon AC/DC.

—¿Quién es Jarvis?

—Que retumben las paredes.

Tony puso su dedo en los labios del rubio cuando la música comenzó a sonar con fuerza en la habitación.

—Baila conmigo.

Respondió sencillo el muchacho nuevamente, soltando la mano de Steve y comenzando a bailar al ritmo de la música.

A Steve le costó, pero cuando se dejó llevar, disfrutó paso a paso de ese momento. Entre risas y bailes extraños de parte de ambos, se hizo de noche sin notarlo.

Una semana con Tony - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora