D O M I N G O

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Eran las dos de la madrugada del domingo, el baile estaba por terminar y la relación del rubio también.

De hecho, estaba terminando ahora mismo.

—No puedo creer que fui tan ciega. —Peggy daba vueltas alrededor del pasillo, mientras el rubio la miraba culpable. —Me dejaste sola literalmente toda la semana, estuviste conmigo un día, pero, realmente no lo estabas, ¿no?

—Peggy...

—Estabas pensando en él, y yo en el fondo lo sabía, ¿sabes?

—Peggy...

El rubio se acercó para tomar sus manos, que sorpresivamente hicieron lo mismo con él.

—¿Por qué no me lo dijiste?

El rostro de la chica comenzó a empaparse, y Steve se odió en ese instante, limpiando las lágrimas ajenas con cuidado.

—Lo lamento... —Murmuró bajito, sosteniendo el rostro de ella entre sus manos. —Sólo, no sé cómo pasó. No quería perderte y... eres mi mejor amiga, nunca quise hacerte daño.

—Steve. —Dijo entre llantos ella, dándole un golpe en el pecho con suavidad. —Eres un idiota, no vas a perderme...

El labio del rubio tembló, dejando caer unas lágrimas también.

—Lo siento, Peggy, de verdad lo siento...

Él la abrazó fuerte, siendo correspondido enseguida.

—Aún así me debes un baile. —Murmuró ella una vez ambos estuvieron más calmados. —De amigos.

El rubio asintió con la cabeza una vez se separaron del abrazo.

—De amigos.

Ambos se pusieron en posición y comenzaron a bailar con la música que provenía de dentro del gimnasio.

—Conmigo nunca habías bailado...

Dijo bajito la chica, siguiendo al rubio en sus pasos lentos de baile.

—Lo estamos haciendo ahora.

Ella sonrió sin decir nada. Estaba devastada aunque no quería demostrarlo.

[...]

El rubio entró al gimnasio luego, a minutos del termino oficial del baile. Peggy se había ido junto a Natasha y Maria Hill.

Steve estaba buscando entre todas las parejas y grupos de amigos casi desesperado, porque el baile estaba por acabarse y no había visto de nuevo a Tony. Temía que se hubiera ido.

Se abrió paso entre un grupo grande de amigos bailando, y ahí lo vió.

Solo. Bailando despreocupado con un vaso en su mano y los ojos cerrados, disfrutando el momento, viviendo la música.

Su corazón se disparó con emoción porque era la imagen de la libertad, y eso a él le encantaba. Era algo que anheló toda su vida, y por fin lo había conocido.

Se llamaba Anthony Stark, y sólo necesitó de una semana con Tony para enamorarse perdida y realmente de alguien.

Con sus manos temblorosas y su estómago lleno de mariposas, se acercó al castaño, tomando el vaso.

—Hola.

El más bajito lo miró con una sonrisa.

—Hola, segundo lugar.

Steve rió, siguiendo los pasos descoordinados de baile del otro.

—También es un placer para mi verte otra vez, beloved.

Tony lo miró con intensidad. Steve sonrió, encogiéndose de hombros.

—¿Sólo en una semana ya te gusté?

—¿Cómo lo supiste?

—Porque a mi también me gustaste en sólo una semana, Stevie...

—Era inevitable.

—Vaya, aprendiste del mejor.

—Sí, creo que el mejor alumno del instituto fue mi maestro sobre ego y eso.

El castaño rió bajito, acercándose a Steve para poner sus manos en su pecho y besarlo. Dulce, tierno, cargado de sentimientos.

El rubio correspondió enseguida, abrazando al más bajo por la cintura y pegándolo a su cuerpo.

Mientras, danzaban con lentitud en medio de la pista de baile.


notas:
un regalo de cumpleaños de mi para ustedes. espero les haya gustado. besitos<3.

-C

Una semana con Tony - [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora