Capítulo 7: La orden

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"Hace más de 500 años nuestros ancestros fueron oprimidos por los hijos del demonio, pero gracias a la valentía de algunos, junto con la gracia divina pudimos vencer a esos demonios y forjar un futuro para nuestros hijos... pero hoy a pesar de los nobles esfuerzos realizados por nuestros héroes, los descendientes de lucifer aún continúan mezclándose entre nosotros.

Como miembros de la Orden de San Pedro es nuestro deber erradicar a esas bestias y darle a nuestro hogar la paz que se merece..."

Un noble discurso expuesto cada día temprano en la mañana, para Marcos era algo fastidioso estar en la iglesia de la base, se retiró antes que el padre terminara su discurso sobre los demonios y camino por los pasillos. Se llevo la mano a su boca conteniendo un bostezo, ayer no había dormido mucho, tuvo su primera misión luego de haber pasado por un infernal entrenamiento para controlar la "habilidad" que le fue otorgada como "gracia divina".

Rodó los ojos, de divino no tenía nada, solo era un conejillo de indias para los experimentos de los líderes de la Orden.

Demonios, ángeles, hombres lobo, vampiros, humanos, humanos modificados... para Marcos todos eran iguales, de todas formas, sangraban cuando se les lastimaba y eso le agradaba mucho, no le molestaba ser usado como arma, no tenía alguna especie de rencor por sus ancestros oprimidos o fue lastimado por un no humano, solo quería matar y lastimar, solo eso llenaba su corazón.

Llego al laboratorio de Natasha, buscando sus medicamentos y para ver a cierta persona en particular.

Hace algunos años, cuando aún no nacía, cierto par de gemelos fueron los sobrevivientes de cierto experimento que la orden ejecuto cuando aún era un tabú modificar humanos, para la pelea contra los no humanos. Fueron enviados a dormir cuando se negaron a seguir órdenes y dejados en el olvido, hasta ahora que la doctora Natasha los encontró y les dio un espacio en su lugar.

Dos jóvenes, de sexo diferente, gemelos... pero a Marco poco le importaba la joven dormida frente a él, se giró y vio al chico dormido. De contextura fuerte, la cápsula que lo albergaba era más grande que la de su hermana, lo que le hacía creer que el chico tenía buena masa muscular, muy por el contrario del, que su complexión delgada lo hacía ver débil, bueno lo era, pero su "habilidad" compensaba ese hecho, también su crueldad.

Toco el cristal con sus dedos, era pecado, el sacerdote lo había dejado en claro, pero no le importaba, le gustaba, quería a ese chico tras el cristal. Deseaba desde el fondo de su alma que Natasha recibiera la orden de despertarlo.

Se aparto cuando escucho los pasos de Natasha acercarse.

- Buenos días, Marcos- le saludo alegremente- ¿vienes por lo de siempre? – pregunto buscando entre los estantes las píldoras que le suele dar.

- Si- se limitó a decir

- Te ves más pálido y ojeroso de lo normal ¿estás durmiendo bien? ¿Estás tomando sol? ¿Estás nutriéndote como se debe? - pregunto la mujer dándole un sobre con píldoras

- Me molesta mucho la visión salir de día...- hablo marcos guardando el sobre en su bolsillo- me alimento bien y respecto a dormir... lo mismo de siempre y súmale las misiones-

- Hablaré con el líder...-

- No es necesario- Marcos toco levemente el brazo de Natasha en señal de agradecimientos y se marchó del lugar.

Para él, Natasha era digna de su amabilidad y de seguir con vida, fue una mujer que siempre se mostró amable, aunque le lastimara con los experimentos, le visitaba cuando estaba encerrado.

Amor & Sangre: DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora