- Y tú morirás envenenado no mucho tiempo después ...
En ese momento la única reacción que pudo tener fue reírse, fue una risa histérica y solitaria pues la bruja de cabellos grises ni su acompañante mostraron rastro de diversión. Al verle el rostro a este último pudo sentir como el alcohol se le bajaba de golpe, ese joven señorito le creía a esa vieja ciega.
Cuando llegó a Roca Casterly se perdió en los bares de la peor calaña que ahí se encontraban, fue en el tercero en el que conoció aquel joven noble disfrazado de mozo y pronto encontraron divertida la compañía del otro sin embrago, el significado de diversión era muy distinto para cada uno. Aegon estaba ahí con la intención de ampliar su gusto en placeres para lo cual necesitaba estar lejos de sus dos perros guardianes, su abuelo y el caballero jurado de su madre, unos santurrones si le preguntaban. El caso del otro muchacho era algo diferente, moría por hablar, hablaba hasta por los codos sobre una vieja bruja que al beber sangre podía ver, aparentemente, el futuro. Aegon solo atinó a mirarlo con incredulidad cuando escuchó aquello, se abstuvo de soltar una carcajada en su cara pues parecía mala idea reírse cuando pensaba en llevárselo a la cama.
El joven, que seguramente era hijo de alguno de los vasallos de los Lannister, le aseguró que esa mujer ya había predicho bastantes cosas desde hace años. Durante toda una hora Aegon escuchó como esa bruja había advertido a los nobles señores de la gran amenaza que vendría desde Antigua, una guerra de sangre y fuego había dicho para después predecir el orden en el que las antiguas casas caerían ante bestias lanza fuego y seres de ojos lilas.
Le cortaron una oreja por su insolencia.
"Le salió barato" pensó Aegon, sin embargo, el príncipe hizo de oídos sordos pues si eso era cierto, aquella mujer debería de tener años y años de vida pues estaba hablando de la conquista.
Era una tremenda tontería y eso precisamente se repetía el príncipe con cada paso que daba pues Aegon no entendía como carajos pasó aquello, no tenía ni puta idea. En lugar de que él engatusara al mocoso para cumplir con su objetivo, terminó siendo arrastrado hasta las profundidades del bosque en busca de esa endemoniada bruja pues el muchacho tenía la teoría de que, si se trataba de la sangre de un dragón, el campo de visión de esta famosa bruja sería más amplio. Caminaron y caminaron o al menos el chico caminó, Aegon iba arrastrando los pies con pereza hasta que en medio del bosque encontraron una cabaña que parecía estar pudriéndose, no era más que un misero cuadrado que ni siquiera podría ser el baño del príncipe en Desembarco del Rey, parecía que en cualquier momento se vendría a bajo y por si eso no la hiciera lo suficiente aterradora, no había luz alguna que indicara que estaba habitada.
Aegon simplemente se encogió de hombros dispuesto a marcharse, pero su acompañante caminó hacia la casucha y abrió la puerta. El dragón suspiró y se cuestionó si realmente quería tener a ese idiota, demonios claro que si lo quería por lo que terminó siguiéndolo.
Quizás debería hacerle más caso a su hermano Aemond y pensar más con el cerebro y no con el pene.
Quizás en el futuro lo tenga en cuenta.
En el interior encontraron a una vieja sentada mirando por una ventana que no habían logrado ver por la oscuridad de la noche, la mujer parecía estar más encorvada que la misma cabaña pues parecía estar agazapada contra la ventana. Tenía cabellos largos y grises, la ropa que vestía era sorprendentemente decente para alguien que vivía en medio de la nada y lo que más notó Aegon fueron las uñas largas de la bruja pues para su sorpresa estaban limpias, el príncipe se sentía estafado ¿Qué clase de bruja era esa, desde cuando eran tan limpias? No es como que Aegon hubiera visto muchas, pero claramente no era lo que esperaba de una bruja chupasangre, no, él esperaba ver algo que valiera el hecho de no estar teniendo sexo.
- Querido Dragón, me temo que solo tengo vino viejo para ofrecer – les brindó una sonrisa podrida y eso si que le dio escalofríos al de ojos lilas.
Aegon se quedó helado en su lugar pues según las historias que había escuchado esa mujer se supone que debería ser ciega y esa frente a él no parecía serlo tanto pues hizo girar su rostro en dirección a ellos como si pudiera verlos y eso los dejo sin aliento, Aegon contuvo la respiración y su mano se aferró a su espada hasta que vio fijamente a la mujer frente a él, pudo respirar de nuevo cuando se dio cuenta. Ella parecía verlos, pero no era así, no, sus ojos parecían sumidos en una niebla gris que no le impidió arrastrar dos sillas junto a la ventana en la que ella había estado cuando entraron.
Ambos se sentaron.
La mano de Aegon nunca abandonó la empuñadura de su espada, estaba listo para atacar si era necesario, su pulso no dudaría, eso se repitió para calmar su corazón pues nunca había matado a nadie y no quería empezar ahí, para tranquilidad de Aegon su sistema de alerta se relajo en cuanto su boca toco el vino que se le había ofrecido en una vieja copa de cobre, lo tomo de golpe y la bruja le sonrió divertida mientras le volvía a llenar la copa de vino. Después de la segunda copa de vino la mujer le mencionó que si ella probaba un poco de su sangre podría deslindarse de las reglas que aplicaban a los demás, con su sangre ella podría ver su vida entera, cada parte de ella y fue así que terminaron con aquel cruel relato y desenlace.
- Al final todos mueren – susurró Aegon mientras mecía el vino que quedaba en su copa, de su décima copa – incluso yo.
- El castigo justo para aquellos que matan a su propia sangre y toman lo que no les pertenece.
- Se equivocaron al cortarte la oreja, debió ser tu lengua- dijo el muchacho que lo arrastró hasta allí. – no sabes cuando callar.
- El joven príncipe me dio el total permiso de husmear en su vida y contarle cada decisión que él tomo, yo no decidí por él – mencionó la bruja- no culpe al narrador por los delitos del actor.
Aegon solo pudo volver a reír.
- Si me dices qué le pusiste al vino y me das un poco para llevar, te dejare vivir. – Dijo mientras bebía un poco más, ese vino podría salvarlo del calvario que vivía en Desembarco del Rey - me has emborrachado, bruja.
No había otra explicación, debía de ser algo en el vino, si, algo tenía el vino pues nada de lo que escuchó tenía sentido. Aegon la miro intensamente esperando respuesta y fue ahí que pudo ver la oreja faltante de la bruja.
- Nunca haría tal cosa, joven príncipe – dijo claramente- pero en un futuro debería de cuidar de cuales copas bebe.
El chico al lado de Aegon se puso de pie precipitadamente mientras sacaba un puñal de quien sabe dónde, el platinado se asomó buscando el posible escondite de esa arma, pero se distrajo en el trasero del muchacho.
- Te cortare la lengua por amenazar a tu próximo Rey – declaró fuertemente.
¿El próximo qué? Pensó Aegon mientras dejaba de ver su parte baja para centrarse en las estupideces que decía ese adefesio. Él no era el heredero de nada y con un demonio que sería Rey.
Ese mocoso estaba igual de loco que esa vieja bruja y su abuelo.
- Guarda eso o el que va a cortar otra cosa voy a ser yo – pronunció el príncipe visiblemente molesto.
El muchacho hizo caso con algo de miedo mientras Aegon ponía la copa de vino sobre la única mesa de esa casucha.
- Fue interesante – dijo con una carcajada atorada en la garganta– un gran show abuela.
Aegon jalo del brazo al otro con cierto asco de estarlo tocando, buscaría a otro para hacer aquello que lo llevó hasta allí en primer lugar.
- Lo estaré esperando
- No volveré... - dijo cerrando la puerta tras de sí.
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Por otro Camino *Hause Of The Dragon*
RomantizmEn cuanto sus pies tocaron el suelo, Aegon empezó a correr como alma que lleva el diablo a través del bosque y con cada paso que daba se sorprendía de que aún se acordara del camino. A decir verdad, todo se veía menos aterrador de día pues la luz si...