King's Landing

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- ¿¡Donde demonios te metiste?! - le gritó su madre a la mañana siguiente

Aegon solo pudo tratar de enfocar a la mujer de verde, mucho después proceso la pregunta y lo hizo justo cuando su madre les gritaba a las jóvenes de servicio que trajeran agua fresca y algo de comer.

Los recuerdos de la noche anterior le llegaron más fuerte que la resaca, aquel destino atroz pasó rápidamente por su cabeza. La muerte de su padre, su pobre intento de huir de la usurpación, su coronación y de ahí para adelante muerte y solo muerte.

Aegon se soltó a reír tan fuerte que Alicent se pegó a una pared asqueada.

- Eres un sínico - casi podía tocar la vergüenza de su madre - un descarriado que no tiene respeto por los dioses.

Aegon se limpió las lágrimas que salían de sus ojos y entonces recorrió a su mamá con la mirada, quiso reírse de nuevo pues se encontró con una mujer devota que seguramente olía a velas y pergamino viejo, el corset que llevaba era tan justo como la moral y decencia de la que tanto hablaba, pero Aegon se detuvo en sus ojos, esos ojos almendrados y grandes como los de un venado, parecían tiernos e inocentes. No ella no sería capaz de hacer todo lo que esa bruja de Roca Casterly le había dicho, ella no podría mandar a matar ni a una mosca sin ahogarse en plegarias hacia los 7.

- Desayuna y ve a entrenar - ordenó la Reina - y espero que esta sea tu ultima escapada, nos mataras a todos algún día.

La Reina salió dando un portazo.

- Si, eso me han dicho- una sonrisa burlona se dibujó en el rostro de Aegon- mujeres locas.

No fue a entrenar hasta tres días después cuando su propia madre lo arrastró a la bañera, lo metió con todo y ropa, al menos el agua estaba caliente.

- ¿No vas a limpiarme la espalda? - le preguntó burlón Aegon

- Tengo fe de que al menos eres capaz de hacer eso - mencionó la reina de color verde.

Aegon le dio una sonrisa podrida en lo que se quitaba la ropa mojada, Alicent salió de su vista en cuento aventó los pantalones a sus pies.

El príncipe se relajó en la tina llena de agua caliente y empezó aquella rutina en la que se lamentaba por cada pequeña cosa que había en su vida pues la odiaba y detestaba a la gente que lo rodeaba, odiaba a su abuelo, a su padre, hermanos y si, también la odiaba a ella, su madre. Según la vieja bruja todos morían, todos ellos y si le preguntaran sobre lo que sintió al respecto directamente podría decirles que nada, ni un poco de tristeza había sentido por ellos, solo lo llenó la pena por sí mismo.

Aegon se hundió completamente en el agua y pensó lo sencillo que sería dejar que el agua llenara sus pulmones hasta hacerlos explotar, sería libre de su familia y sus ambiciones, podría simplemente dejarse ir, lo que pasara después ya no importaría, no a él al menos. Sintió como el agua le quemaba los pulmones como muchas otras veces que lo intentó y como en todas esas veces, salió a la superficie de la tina. Aegon no quería morir, no quería ser Rey, solo quería vivir y perderse en aquellos placeres pecaminosos que un Rey por más poderoso que fuera no podría tener.

Salió del agua y se vistió para ir directo al campo de entrenamiento, caminó por los pasillos con una copa de vino en las manos, le dio el ultimo sorbo antes de salir a ese calvario. Lo primero que vio al salir fue a su padre en compañía de Lyonel Strong, ambos hombres estaban concentrados en la práctica, suspiró y aventó con odio la copa al suelo.

- Mi príncipe- habló el perro juramentado de su madre mientras veía la copa en el piso- se ha extrañado su presencia aquí

Aegon rodo los ojos y tuvo que sujetar su lengua para no decirle que si dependiera de él podría extrañarla para siempre.

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⏰ Última actualización: Jan 18 ⏰

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