Capitulo X. Almas en inanición

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Me desperté al alba, a juzgar por los colores del cielo, o bueno a lo que yo pensaba que era el alba en el infierno: los colores rojos y anaranjados típicos de los cielos infernales, pero eran los matices negros los que me decían que estaba amaneciendo, pues se perdían poco a poco hasta desaparecer solo parcialmente entre las nubes densas.

Me levante de mi cama y de inmediato sentí un cosquilleo en las piernas, parecían querer flaquear pero me obligue a mantenerme de pie apoyándome en cuanta cosa se me pusiera en frente. Me acerqué a un asiento junto a la ventana y me postre en él mientras su acogedora felpa me abrazaba y su esponjosidad me consumía. Subí mis pies y me acurruqué en mis rodillas mirando la vista a través de la ventana.

El castillo parecía tan deteriorado por fuera, y tan extrañamente conservado por dentro. Había estado ya antes en el Castillo de Butrón, en la provincia de Vizcaya debido a un viaje familiar, este no era muy diferente en sus detalles lo único que variaba eran estos tonos grisáceos que tienen las paredes y el gótico que resalta aún más aquí.

Era increíble lo mucho que había ignorado todo me que la rodeaba, no habría entrado en razón si quiera del lugar en donde estaba, el infierno; si no fuera por la guerra y las cosas horribles que había vivido habría pensado que era un sueño mas, lamentablemente no lo es, no importa cuanto lo desee o cuanto me pellizque jamás despierto.

Mis manos acariciaban la piel de mis rodillas por encima de la tela delgada y transparentoza de color blanco de mi bata, pude notar que era lo primero que realmente sentía en mucho tiempo y darme cuenta que en todos los meses que estuve encerrada con mi padre, en realidad nunca estuve, nunca pensé, sentí o intenté imaginar nada, solo existía con un inmenso dolor físico y un agotamiento mental que todos los días deseaba no ser inmortal y poder sucumbir de una vez en los martirios de Gadreel, imploraba a los verdugos que me matasen pero jamas me hacían caso. Nunca comprendí porque me torturaban, ¿por qué no solo sacarme energía y ya?.

Mis manos comenzaron a temblar y una chispa de sensaciones me recorrió todo el cuerpo de tal modo que hizo que me apretara más contra mis piernas delgadas. ¿Qué hubiera pasado si Lucifer hubiera actuado por si mismo? El siempre decía que no quería ser una pieza mas del juego de su padre y terminó convirtiéndonos a ambos en simples fichas, manipulables y reprimidas fichas. ¿Acaso todo esto era lo que quería? Venga ya soy la reina ya puedo largarme de aquí ¿no? Claro que no, me siento afligida, ¿Esto fue lo que sintió Lilith cuando Lucifer comenzó a ser como es? Querida Lilith estes donde estes, comienzo a entenderte.

Es tan feo y tan doloroso cuando te parten el corazón, esperé lo mejor de él, creí que todo lo que él mundo decía de Lucifer era mentira y que era el villano de un historia mal contada, pero ahora me pregunto ¿qué tan mal estaba contada? ¿Lo estaba?, me amaba, eso creo ¿los demonios pueden sentir?. No sé si alguna vez pueda hablar con él sin un nudo en la garganta, sin las lagrimas amenazando con salir, si algún día me sienta capaz de mirarlo a los ojos.

Jamás lo admitiré, pero lo extraño.

A pesar del daño que me hizo, a pesar de todo quiero que se recargue en mis hombros cuando este cansado y acurrucarme en él cuando me sienta sola...

Maldita sea lo que hubiera dado porque estuviéramos así un momento en mi encierro. No estuvimos, no apreció; llegó si, lo hizo para salvarme, pero él mismo había dejado que me condenaran.

De mis ojos vidriosos las lágrimas comenzaron a escurrir solas, sin gemidos, sin quejas, unas lágrimas solitarias, tal y como habían sido estos últimos días.
Sequé las lagrimas con las mangas de mi bata desgastada y noté como mi estómago comenzaba a rugir ¿era eso posible? Después de tanto tiempo parecía que mi cuerpo seguía teniendo hambre.
¿Dónde quedaba la cocina? ¿Hay cocina si quiera?

Mis pies viajaban lentamente por los pasillos sosteniéndome principalmente de las paredes a mi alrededor, tenia miedo de toparme alguien pero en ese momento parecía ser la única persona aquí. Salí y vi las escaleras, mismas que llevan al Salón de las Rosas, también a aquel jardín bello. Decidí ir ahí pues era la única ruta que mi mente recordaba y prácticamente me llevó en automático. No pude contar los minutos que me llevó avanzar pero pude llegar arriba y ver aquel cuadro, la mujer, Lucifer ¿y? ¿Que? Algo estaba diferente ahí, como si alguien hubiera aventado un puñado de pintura carmesí en la esquina inferior derecha, parecía fresca, tal vez de ayer pues estaba aún húmeda.

Continué mi camino hasta llegar al Salón de las Rosas, un enorme y en marmolado salón repleto de rosas blancas, rosadas y rojas que parecían no morir jamas, como todo en el infierno. Escuché el eco de mis pisadas cada vez mas firmes. El piso brillanté contrastaba con todo lo demás del castillo: los candelabros de cristal colgados del techo parecían de otro mundo a comparación de los fierros colgantes con fuego del resto de la fortaleza; las paredes de mármol con pinturas detalladamente hechas a mano no tenían ni siquiera algo que ver con los viejos y mohosos ladrillos del pasillo; una chimenea con colgantes de flores, los pilares que parecían ser tallados a mano, creo que ahora comprendo porque Lilith amaba tanto a este lugar, me recordaba tanto a Versalles que lo amaba.

Por un minuto todo se me olvidó y comencé a oler el aroma dulzón que las flores desprendían y me maraville con cada uno. Hasta que un sonido salió del jardín, mi piel se erizó de inmediato.

Me acerqué a ver de quien se trataba, no quería que me pillaran. Al parar en la salida hacia los rosales del jardín pude ver a una mujer, exhaustivamente hermosa: Piel blanca, de cabello negro carbón con un brillo sedoso extendido hasta media espalda, ojos miel como los que antes tenía yo, labios a simple vista suaves y unas curvas de infarto, grandes senos bastante firmes, y opulentos muslos y caderas que hacían lucir su cintura aun más pequeña de lo que ya era.

Pudo observar como la mujer degollaba las rosas con unas tijeras y se acercó a saludar, y pude notar su vestimenta antes tapada por las rosas, un escotado y flojo lienzo de tela simulaba la parte superior de un vestido que solo cubría con un rectángulo largo hasta los pies y estrecho lo suficiente para tapar su pubis, por atrás el mismo largo y un un poco menos estrecho.

—Hola —, salude de primeras. —No te había visto antes—. Ella volteó con una mirada inquieta y divertida, a la par que extendió su mano.

—Eva —, la estrechó un segundo y de inmediato la soltó. —Extrañé tanto estar aquí, anhelaba estar de vuelta.

Entendí perfectamente de quien se trataba, la mujer de Adan, la segunda mujer de Adan.

—¿De vuelta? —. Pregunté confundida.

—Ay si, no sabes, aquí pase loe mejores siglos de mi vida —, dijo guiñando un ojo. —Pero bueno eso tu ya lo sabes perfectamente—, comenzó a reír un tanto juguetona.

—No entiendo a que te refieres.

—Seguro niña, claro que lo sabes, Lucifer es un diez.

En ese momento supe perfectamente a que se refería, ella se había revolcado con Lucifer tiempo atrás.

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~Asuna💜

LA AMANTE DEL DIABLO - Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora