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"Diviértete con ella" fue lo que dijo su madre cuando colocó una pelota de beisbol en las manos de su hijo Cha Eunwoo. Era su regalo de cumpleaños. Él pensó que no estaba interesado en la pelota. Le gustaban más los aviones de madera como a su padre. Él lo conocía bien, pero su madre lo conocía tan... poco. Simplemente dio las gracias y subió a su habitación. Entrando dejó la pelota sobre el escritorio y se lanzó a la cama con su reproductor de música; poniéndose los audífonos le dio "play" a una de sus canciones favoritas de nombre: Paradise. Se dedicó a escuchar la melodía hasta quedarse profundamente dormido.

Después de pasadas unas horas, la sirvienta lo despertó para anunciarle que la cena estaba lista. Bajó al comedor esperando encontrar ahí a su madre, pero cuanta fue su sorpresa al ver que ella de nuevo no estaba. Al preguntar por ella, la respuesta fue la misma de siempre: que había salido con alguien.

Eunwoo enfureció recordando el regalo que le había dado. ¿Qué significaba él para su madre?

Después de cenar, no hizo por preocuparse por la tarea de la escuela. Regresó a su habitación para asearse y meterse a la cama. Quería seguir durmiendo para no estar en su triste y decepcionante realidad.

A pesar de los hermosos rayos del sol de la mañana, el ambiente rápidamente se había hecho seco; nublado. Toda la semana había estado lloviendo, tanto, que ni siquiera pudo cuidar del jardín. Por un momento creyó que se le había hecho tarde para la escuela hasta que recordó que era sábado. Se estiró en la cama, y después de quedarse ahí por unos momentos, finalmente se levantó para alistarse y después bajar al desayuno. Se puso ropa cómoda y bajó. Un suculento desayuno lo esperaba. Su madre no había llegado aún, a pesar de preguntar nuevamente por su paradero, nadie sabía donde podría encontrarse.

Terminó de desayunar, se levantó después de dar las gracias y regresó a su habitación; decidió dedicarse a hacer la tarea y cuando cerró el último libro, su mirada reparó en la pelota de beisbol. Sin pensarlo mucho la tomó, observándola la giró en su mano. Se le ocurrió algo y se levantó sé su asiento para ir cerca de la ventana. Miró hacia el jardín. Se veía marchito por el tiempo en que ni él ni nadie más en la casa lo estuvo cuidando, él había prometido hacerse responsable de sus cuidados, pero no lo había cumplido. Cerró los ojos. Tal vez en eso se parecía a su madre. En no saber cumplir una promesa. En su mano apretó la pelota de beisbol con fuerza. Abrió los ojos, mirando otra vez. El sol de la tarde hacia su lucha por secar los últimos charcos. Eunwoo dio la vuelta por fin y salió de la habitación escaleras abajo; después de todo, era sábado.

Fue hasta el jardín en donde hizo distancia de la pared que separaba su casa a la del vecino, se alzaba a lo largo y ancho una gran pared de concreto con lianas de hojas secas que la adornaban, la mayoría de estas lianas se encontraban extendidas por el jardín, cubriendo los rincones, incluidos los rincones exteriores de la casa. Eunwoo había encontrado difícil cuidar de ese tipo de plantas, por lo que en algún momento, el jardinero se había encargado de ellas. Ahora que no estaba, porque su madre se había enrollado con él y después de una discusión lo había despedido, él le pidió que no contratará a otro, le dijo que él mismo se encargaría, su madre no tuvo de otra que acceder, pues después de todo, ya se había conseguido otro amante.

Eunwoo jugó con la pelota de beisbol, lanzándola a la pared para después intentar atraparla de nuevo. Realizó esta acción repetidas veces hasta que comenzó a sentirse cansado; en su fatiga, la lanzó, rebotó y él no hizo por voltear, pero lo hizo solo cuando un sonido atrajo su atención, pues la pelota, había chocado contra algo que no era pared, se había escuchado hueco. Miró de un lado a otro, buscándola. Se acercó al lugar en donde creía haber escuchado ese sonido, del lado de la casa, dio unos cuantos pasos hasta que se percató que la pelota estaba a sus pies. La miró, todavía desconcertado. Entonces escuchó el sonido de un clackson, elevó la vista y vio que su madre estaba llegando a casa en coche. La cochera se abrió. Eunwoo se quedó mirando como su madre salía del auto con aquel hombre, riendo y jugueteando con él, ni siquiera se percató que su hijo estaba cerca cuando le entregó las llaves al chofer para que metiera el auto a la cochera. Ese hombre si lo había visto y después su madre lo había jalado para que entraran a la casa. Eunwoo ardiendo en furia, tomó la pelota del césped, dio la vuelta y comenzó a lanzarla hacia la pared con agresividad, por lo visto él mismo no era consciente de su gran habilidad para agarrar la pelota cuando velozmente iba de regreso, la tomaba y la lanzaba, tomaba y lanzaba, tomaba y lanzaba con el entrecejo fruncido y los ojos vidriosos. Deseando con todas sus fuerzas que su madre fuera diferente. Así, con todas sus fuerzas, arrojó la pelota una última vez como cuando se deshace de algo que no se quiere volver a ver.

El sonido hueco se hizo presenté otra vez. Eunwoo se sorprendió, giró de lado contrario. Miró de un lado a otro. ¿Qué había sido eso? Se preguntaba. Buscó la pelota hasta que la encontró atorada cerca de un arbusto pegado debajo de una de las ventanas de la casa. Algunas lianas abundantes se extendían alrededor, rebuscó entre ellas tratando de abrirse pasó, creyendo que ahí debía estar el sonido. Movió las lianas hasta que finalmente llegó a la pelota, en eso, un destello pegó en su rostro y lo cegó por un instante, Eunwoo cerró los ojos y apartó la vista, se inclinó hacia la sombra y fue ahí cuando lo vio ¡Un candado oxidado escondido entre las lianas! Al verlo se quedó estático, luego, llenó de curiosidad, aproximó una mano para tomarlo, lo inspeccionó, era un hermoso candado con relieves artísticos, parecía ser antiguo. Lo jaló para poder verlo mejor, pero se dio cuenta de que estaba unido a algo, apartó algunas ramas y hojas y entonces descubrió lo que parecía ser una puerta secreta. No. Se trataban de dos puertas de madera unidas por el candado; por la posición de estas, comprendió de lo que se trataba.

― ¡Un sótano! ―expresó en voz alta con los ojos muy abiertos y una sonrisa que poco a poco se iba formulando en su rostro.

Muy emocionado comenzó a quitar con desespero todo lo que cubría las puertas, ramas, hojas, más lianas; hasta que por fin logró descubrir, por completo, las dos puertas enormes de madera. Ahora resultaba evidente ¡Sí era un sótano!

Eunwoo cambió su expresión cuando su atención se centró en el candado. Lo tomó en la mano y lo giró en ambos sentidos ¿Cuál podría ser la llave que le perteneciera a ese misterioso candado? ¿Dónde estaría? Y Entonces, recordó que solo una persona lo podía saber.

―¡Mamá! ―gritó, corriendo hacia la entrada de la casa.

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⏰ Última actualización: Mar 28 ⏰

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El sótano de los deseos🔒🌠 - BinwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora