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La historia que te voy a contar ya tiene muchos años, podría contarte que al final todo salió bien, pero para llegar hasta ese punto debo contarte más allá de su éxito.

La familia Katana era una de las familias más poderosas del país, poseedora de grandes riquezas, todo esto gracias al liderazgo, participando desde los años cincuenta y siendo seleccionados cada año y logrando encabezar un poderío en el país gracias a su activo más importante: dragones

Pero ese año no sería la excepción, un integrante de la familia Katana sería seleccionado como el nuevo líder.

—Dispara— ordenó el patriarca de la familia, el rey Eduardo.

El primogénito de la familia jalo el gatillo del arma dando todo menos al centro. Alonso bajo el arma decepcionado y miró de reojo a su padre, los ojos de demonio del rey estaban puestos en su hijo y le arrebató el arma, la alzo y disparó, dando en el centro.

—¿Que difícil es darle al centro Alonso?— preguntó el hombre mirando a su hijo— Si sigues así, te matarán cuando estés en el cuartel del liderazgo y traerás vergüenza a la familia— lo tomo de los hombros y lo agito— Vuelve a disparar ahora— le regreso el arma.

Alonso lo tomo con mano temblorosa y volvió a apuntar. Mientras se escuchaban los regaños por parte del rey hacia su primogénito, Carlos, el segundo hijo del rey se encontraba detrás de un libro escuchando todo. Carlos era muy diferente a Alonso, amaba leer y agradecía a la vida ser el segundo y no el primero, la gran carga del liderazgo le correspondía a su hermano mayor y él podía hacer lo que él no.

Una llamada hizo que los tres hombres dejaran de lado lo que hacían para ver a la reina, Diana, acercarse alzando sus grandes faldas y con el ceño fruncido.

—¿Donde está Val?— fue lo que preguntó la mujer.

Carlos soltó una sonrisa y negó con la cabeza, Alonso se encogió de brazos y el rey miró a su alrededor.

—Debe estar por ahí escondida jugando— contestó el hombre intentando tranquilizar a su esposa— Val siempre ha hecho lo que ha querido y solo es una niña, déjala jugar.

—Tiene responsabilidades— habló la reina y negó con la cabeza — La has hecho una irresponsable.

—¿La buscaste con Cameron?— pregunto Carlos mirando a su madre refiriéndose a su hermano menor.

La reina asintió con la cabeza mientras acariciaba su vientre abultado con amor.

—No, tu hermano no está en casa— negó la mujer mientras se acercaba a ellos, la reina soltó un suspiro —Los guardias ya la están buscando, tengo fe que no tardará en aparecer.

El rey asintió con la cabeza y regreso la mirada a su hijo Alonso, el joven lo miro

—Dale al centro, por favor, haz algo bien.

El primogénito asintió con la cabeza y apuntó hacia la diana.

***

La gallina dentro de la cocina cacareaba, los ojos cafés de la niña se posaron en el animal y sonrió lista para asustar al animal, se arrastró en el piso ensuciando su vestido blanco sin importarle el enojo que su madre tendría cuando la viera, se levantó de golpe y el animal abrió sus alas asustada y corrió por la cocina, Valeria cayó tirando la comida del día e hizo una mueca sabiendo en el problema que estaría metida, el animal salió corriendo por la calle y ella sonrió, siguiéndolo.

—¡Niña!— grito Esmeralda cuando pasó a su lado, Val no se detuvo y siguió corriendo —¡Tú madre te está buscando!

La niña salió de la casa y los guardias de la casa Katana la siguieron, como todos los días desde que aprendió a caminar, la niña corrió entre el gentío y miró de reojo a los hombres de su padre, le enojaba tanto que fuera seguida dia y noche por ellos, se sentía encarcelada más que protegida. Val dobló calle y sonrio al ver como los guardias la habían perdido, negó con la cabeza pensando en lo tontos que a veces eran, detuvo su andar en una esquina de la calle atravesando el gran bazar que ponían a diario y alzó su capa para ocultar su rostro, si alguien la reconocía, llamarían a su padre o peor aún, a su madre.

Los gritos de los vendedores atraía su atención y buscó entre su bolsillo sus monedas comprando con la cabeza para no se reconocida. Un sonido en el cielo la altero y soltó una maldición, entre las nubes, uno de los dragones de su madre la andaba buscando.

—Maldición— exclamó y siguió caminando con paso apresurado.

La gente comenzó a aglomerarse y unos carros lujosos llegaron al lugar, Val se colocó hasta el frente mirando a los extraños, uno de ellos bajo del vehículo frente a ella con lentes oscuros y luego bajo la mirada, le regaló una sonrisa y se arrodilló un poco frente a ella.

—Hola pequeña– saludo el hombre

Valeria dio in paso hacia atrás, tenía prohibido hablar con extraños, el hombre sonrió ante la actitud de la niña. Un golpe en el piso hizo tambalear a la niña y se giró, abrió sus ojos con espanto al ver a su madre, montada en su dragón y mirándola fijamente.

—Hora de irnos— ordenó la mujer.

El hombre que había saludado a la niña se arrodilló frente a la mujer.

—Su majestad— habló con respeto— Es un honor que sean partícipes este año en la selección de liderazgo, estoy seguro que su hijo será un gran elemento para el país.

Diana le sonrió un poco al hombre, si bien, el tema del liderazgo jamás le había gustado, no le gustaba el hecho que uno de sus hijos fuera mandando a la guerra pero las leyes eran rígidas y eso jamás cambiaría.

—El placer es mío, no lo veía desde la selección de mi esposo, nos veremos dentro de unos días — contesto la mujer y dio por terminada la conversacion, se giró hacia su hija— Vámonos.

El hombre miró a la niña quien se acercó a su madre.

—Nos seguiremos viendo niña, fue un placer.

Val les regalo una sonrisa amable y se acercó a su madre montando el dragón.

Val jamás olvidaría a ese hombre, puesto que sería una clave importante en su vida.

LIDERAZGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora