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Carlos siempre había sido el más callado de los tres, siempre detrás de un libro alejándose de su realidad. El joven observaba como su padre regañaba a su hermano mayor ordenándole cómo hablar, pararse y atacar con la espada.

—La selección es mañana y te veo más tonto que ayer— señaló el rey.

Carlos apartó la mirada del libro y la colocó en Alonso, este apretó la mandíbula pero luego le sonrió a su padre relajando la mirada ante el rey.

—Estoy nervioso padre.

El rey soltó una risa y negó con la cabeza

—¿Que mal puede pasar mañana Alonso? Serás seleccionado y nuestro apellido estará en lo alto como lo es siempre,  los periódicos tendrán en primera plana tu imagen— el rey miro a su hijo— ¿Que más quieres?

Alonso observó fijamente al rey, apretó sus manos en el borde de la silla y abrió la boca listo para hablar cuando un grito de una mujer hizo que ambos hombres dejaran de mirarse, Carlos bajo el libro y se aproximó a la mesa. Dos guardias reales jalaban del brazo a un joven de cabello pelinegro y ojos verdes, el hombre la arrojó al piso y la chica se golpeó con la mandíbula provocando que su boca derramara sangre.

Carlos apretó los puños de lado y observó a su padre esperando un regaño por parte de él al capitán de los guardias pero su padre no habló, eso enfureció más al joven.

—La encontraron robando cerca de los almacenes del reino majestad— habló el capitán.

El rey Eduardo observó a la joven y la chica alzó la mirada entre su cabello negro con inseguridad, Alonso hizo una cara de disgusto, Carlos solo observaba la escena.

—He dado trabajos— comenzó a hablar el rey— Hogares y protección con los dragones, ¿que necesidad tiene una joven como tú para robarme a mi? Tu rey.

La joven parpadeó y una lágrima cayó de su ojos verdes. Eduardo negó con la cabeza y se giró al sentir dos miradas nuevas: la de su esposa y su hija.

—Enciérrenla y mañana le daremos juicio—ordenó el rey.

—¡Padre!— exclamó Val ante la injusticia de su padre.

—Calla— ordenó el rey mirando a su hija

—Es solo una joven— hablo la reina acercándose y sosteniendo la mirada del rey— Mandarla a juicio se me hace una injusticia.

—Es la ley— soltó el rey mirándola— Y la ley es dura.

Val observó a la joven que estaba aún el piso, calculo que no tenía mucha edad y hasta pensó que podían ser de la misma.

—Alto— ordenó cuando los guardias iban a llevarla, la mirada de todos se posó en ella—  Necesito una dama de compañía.

El rey Eduardo parpadeó ante la petición de su hija, la reina sonrió ante el noble gesto de su hija, Alonso la miró negando con la cabeza y Carlos sonrió un poco.

—No voy a aceptar tu petición...— negó el rey.

—Padre por favor— pidió acercándose al rey— Hazlo por mi.

Alonso observaba la escena, sonrío un poco al ver el rostro serio de su padre y luego su sonrisa se borró al ver como el rey asentía con la cabeza.

—Llévatela— ordeno el rey.

La joven se arrodilló y el joven príncipe Carlos estiró su mano hacia ella, la chica parpadeó y con mano temblorosa aceptó la mano del noble.

Val se acercó a la joven y la jalo por los pasillos del castillo, antes de que se cerrara la puerta detrás de ella, Carlos y la joven intercambiaron una mirada.

Cameron observó a su hermano mayor y soltó una sonrisa ante la mirada que le había mandado a la doncella, con esa sonrisa pensó en una nueva forma de molestarlo.

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⏰ Última actualización: Nov 14, 2023 ⏰

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