Luffy x lectora | ❝Es nuestro secreto❞
Existen secretos que surgen en distintas situaciones. Un secreto puede consistir en ocultar información o estar vinculado a una mentira. Es ignorado por la mayoría de las personas, excepto por aquellas que lo c...
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—Prefiero que seas honesta.
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Lleve una mano a mi bolsillo con rapidez y salí de la carpa unos segundos antes de terminar de ayudar a los aldeanos que fueron capturados por Buggy.
Mire a mi alrededor observando toda la isla destruida y suspire con una mueca antes de esconderme entre las casas.
Al parecer los aldeanos ya fueron liberados, ya que se escuchó algunos gritos de alegría.
Saque mi den den mushi y respondí a la llamada de inmediato.
—¿Hola?
________... ¿se puede saber donde estás?
Fruncí el ceño y me apegué a la pared.
—¿Dónde crees, imbécil? —escuche un gruñido y de fondo risas —Vine a buscar el mapa, tal y como Arlong quería.
Para decir que eres una buena ladrona te demoras mucho ¿No crees?
—¿Qué quieres? —fruncí el ceño —¿Quieres rebajarme para que Arlong te ponga más interés que a mí? —reí un poco y negué —Para tu información querido... compañero... —sentí un ardor en la garganta al llamarlo así —Ya lo tengo.
Mentirosa.
Rodé los ojos.
¿Estás con Nami?
—No —negué desviando la mirada, viendo como algunos aldeanos empezaban a salir de la carpa —No sé donde está ella ¿Por qué me lo preguntas a mí? Llámala si tanto la extrañas.
No es que-
—Mira —lo interrumpí y escuche como los demás empezaron a burlarse de él de nuevo —Solo dile que ya tengo el mapa.
Sin más, colgué.
—Maldito pez —susurré apretando el tatuaje que tenía en mi muñeca interna que siempre ocultaba con una banda.
Deje de apretar mi muñeca y guarde el den den mushi cuando escuche mi nombre ser gritado.
Luffy me estaba llamando.
Camine de regreso con tranquilidad y me sitúe detrás de Luffy al verlo con los brazos cruzados.
—Haber... olor a lavanda... —enarque una ceja confundida al oírlo —¿Dónde huele a lavanda? —me cruce de brazos —No, no, mejor, ¿dónde se oye un gruñido? —mi ceja empezó a temblar —¿Dónde está mi gruñona?
