Luffy x lectora | ❝Es nuestro secreto❞
Existen secretos que surgen en distintas situaciones. Un secreto puede consistir en ocultar información o estar vinculado a una mentira. Es ignorado por la mayoría de las personas, excepto por aquellas que lo c...
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—¡Tú también me traicionaste!
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Ya cansada, me senté en la baranda sujetando el sombrero de Luffy en mi cabeza para que no salga volando.
Cuando se lo pides amablemente para no quemarte por el tremendo sol que estaba haciendo, te lo presta.
Mire al mencionado que estaba delante de mí, pero sentado en un barril.
—Solo digo ¿Por qué alguien querría ser un pirata? —mencione fastidiada de que siga con esa idea que le encante ser uno.
Lo había repetido varias veces.
De verdad.
Varias veces.
—Por qué es lo mejor que existe —sonrió —Tienes el viento cuidándote, aire salado, tu fiel tripulación a tu lado, nunca sabes qué habrá en el horizonte. Se trata simplemente de libertad.
... ¿Libertad?
Fruncí el ceño y desvíe la mirada con rapidez.
Estaba segura de que mis ojos habían brillado o llenado de esperanza por esa palabra.
—Los piratas son basura —carraspeé —Son homicidas.
—No los piratas que yo conozco —negué y mire como Nami seguía intentando abrir la caja fuerte.
—Solo hay un tipo de piratas —me quité el sombrero y se lo di haciendo que lo agarre con cuidado y se lo ponga de nuevo —Los piratas no son tan encantadores como tú los pintas.
—... ¿Cuál es tu sueño?
Moví un poco mi cabeza con una pequeña sonrisa.
—Tener dinero —Nami me miro y sonrió de lado antes de seguir con lo suyo, mientras que Luffy ladeaba la cabeza para después soltarse a reír.
—Me refiero al verdadero —fruncí el ceño y se bajó del barril, empezando a caminar por la cubierta, sin alejarse mucho de mí y sin despegar su mirada.
—Si tuviera uno, ¿Por qué crees que te lo diría?
—Porque somos nakamas ¿no? —reí secamente y negué.
—No, no lo somos. No conoces nada de mí.
—Sé que eres de las buenas —reí divertía por su respuesta rápida.
—¿Cómo lo sabrías? —sonrió y se detuvo delante de mí, se acercó acorralándome entre la baranda, sus dos manos estaban apoyadas a cada costado mío.
No me moví para nada.
¿Por qué debería hacerlo?
—Lo sé por tu mirada —sonrió y parpadeé por esas palabras que no me esperaba —De verdad te quiero en mi tripulación.