Capitulo Ocho

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En este mundo, el concepto de cuenta bancaria era un poco diferente al moderno.

Porque a uno se le dará una caja de seguridad en lugar de una libreta de ahorros al abrir una cuenta.

Además, para abrir una cuenta, se requería una cantidad considerable de dinero bajo el nombre de “tarifa de apertura de cuenta”.

Se dice que el costo inicial de alquilar una caja fuerte personal, hacer una llave y registrar un sistema mágico era bastante alto.

Por lo tanto, los principales clientes de los bancos eran nobles y comerciantes adinerados.

El lugar donde se ejecuta el banco es la Torre de Magia, y es el lugar más seguro del mundo. Allí todo está hecho por magia y poderes sobrenaturales.

La caja fuerte personal estaba completamente protegida por el banco con triple magia y barreras, y solo el propietario tenía derecho a acceder a la cuenta.

Como si contemplara mis palabras, golpeó ligeramente la mesa con su dedo índice y luego sonrió.

—No es algo difícil, ¿vamos juntos después del desayuno?

¿Quieres hacerlo ahora?

Cuando abrí mucho los ojos, Erno Etham me sentó suavemente en su regazo y abrió la boca.

—Puedo hacer lo que mi hija quiera. Si quieres una isla con tu nombre, te compraré una isla. Si quieres una casa, te compraré una casa. Las tierras y las minas tampoco son mala elección. Así que si hay algo que te gustaría, solo házmelo saber

Habló sobre lo que podía hacer.

Pero no quería recibir un regalo en una escala tan loca.

Nada más importaba. Se ve muy bien a primera vista, pero en realidad tiene un gran escollo.

Planeo separarme de él en buenos términos algún día. Por supuesto, si no pasa nada importante, el regalo que me dé permanecerá a mi nombre.

Sin embargo, desde el momento en que me separe de él, tendré que manejarlos.

¿Y entonces?

Naturalmente, requerirá miles de millones de dólares en gastos administrativos.

En otras palabras, incluso si hace una fortuna con Erno Etham, el dinero se escapará de las manos como si fuera arena.

Aún así, tengo que estar agradecida por lo que tengo que estar agradecida, así que debería agradecerle.

—Gracias, padre….

No, tengo que hacer el papel de una hija adorable.

—¡Papá!

Sonreí ampliamente y abracé a Erno Etham, luego grité y salí corriendo antes de que pudiera enojarse.

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