Capítulo III:

449 22 0
                                    

Llevaba casi una semana a base de agua, sin comer y sin vomitar ya que no me había hecho falta. Era por la mañana, mis padres no estaban en casa ya que están en tramites de divorcio, esto para mi es bastante duro, a mis 16 años estoy pasando por demasiadas cosas y ninguna de ellas buena. Como estaba sola cogí una manzana del frutero de la cocina y salí hacia el instituto, o la ''cárcel'' como lo llamo yo, allí todos me odian, sólo tienen ojos para Alondra, ella es tan delgada, tan perfecta, tan bella... pero algún día lograré ser igual que ella, lo juro, aunque sea lo último que haga. Era la hora del recreo y mi obsesión por mi peso me llevó hasta el punto de llevarme la báscula en la mochila, me dirigí al servicio y me metí en uno de los baños, saqué la báscula de la mochila, me subí encima y miré ligeramente hacia abajo. -'42 kg. en menos de una semana, pronto llegaré a ser una princesa, seré perfecta, tendré mejor cuerpo que Alondra, todos se fijarán en mi, dejaré de ser invisible.'- pensé.

Volvimos a clase, y a mitad de la explicación del profesor llegó a mi mesa una notita en la que ponía: 'Eres una GORDA, CERDA, ASQUEROSA, MÁTATE.' Miré hacia atrás y el grupo de Alondra me señaló y empezó a reirse. El profesor se dio cuenta de la situación, vio cómo yo leía la notita, me la quitó de la mano y dijo: -¿Quién te ha pasado esta nota?  -No sé.-le respondí con un hilo de voz. Yo en realidad sí lo sabía pero estoy segura de que si hubiera dicho algo Alondra y su grupo me harían la vida más imposible de lo que ya me la hacen. 

Llegué a casa entristecida, intenté disimular pero no logré librarme del '¿Qué te pasa?' de mi madre, de nuevo me tocaba sentarme en la mesa a comer, no quería, para mi comer era una misión imposible, con sólo ver la comida las arcadas acudían a mi. Dije a mi madre que iba a comer a mi habitación, la convencí y una vez arriba tiré la comida y escondí la bolsa debajo de la cama. Encendí el ordenador y para revisar mis redes sociales y cada vez los mensajes amenazantes iban más lejos, yo ya no podía más, cogí una cuchilla de un viejo sacapuntas y el afilado raso de la cuchilla rozó lenta y profundamente mi muñeca. ¿Qué me había hecho llegar hasta ese punto? ¿Por qué de la noche a la mañana decidí dejar de comer? ¿Por qué ahora todo lo malo sucedía? Miles de preguntas me atormentaban mientras los cortes seguían cada vez más grandes, más profundos...Nunca pensé que llegaría a ocurrirme esto, nunca quise hacerlo, fueron ellos los que me obligaron a cambiar.

I stop when I'm thin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora