Me metí en la cama, no quería saber nada de nadie, aún era de día, de pronto entró mi madre en la habitación y me dijo: -¿Hija, qué haces acostada, aún es muy pronto. -No me encuentro bien.-la dije. Mi madre se fue de la habitación, la expresión de su cara decía que no estaba muy segura de lo que la dije, decidí escuchar un poco de música para olvidarme un rato de mis problemas, cerré los ojos y sin quererlo me quedé dormida. Al despertarme, me levanté, estaba muy débil, apenas podía caminar, y de un momento a otro me desplomé en el suelo. Desperté en un hospital, tenía una via por la que me metían suero y nutrientes, me pesaron, 28 kg, mi sueño de ser perfecta aún no se cumplió, todavía estaba gorda, estaba peor que antes. Me dieron el alta con la condición de ir 2 veces poe semana a un reconocimiento médico al hospital, acepté. Mi madre estaba muy pesada con que comiese, pero, lo juro, sólo con ver la comida me daban arcadas, mi cuerpo no admitía nada que no fuese agua. Día tras día fui comiendo menos y menos hasta que llegué a pesar 15 kg.