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Kagōme Higurashi
[Presente]

Es viernes, exactamente las cinco de la tarde. Yura llega como un tornado a mi cuarto y se lanza a la cama. Trae puesto unos vaqueros que se ciñen a sus piernas, una blusa de mangas caídas y unas botas negras que llegan hasta sus rodillas.

— ¿A qué se debe el honor de tu visita? — pregunto mientras sigo pintando las uñas de mis pies. El rosa es mi color favorito.

Yura se apoya en sus codos y sus labios se fruncen. Puedo suponer el motivo de su inquietud pero no diré nada hasta no escuchar una respuesta por su parte.

Mi amiga, a diferencia mia, sí tiene familia, que no se lleven bien, ya es otro peo. Su madre es abogada. Su padre agente de bienes raíces. Su hermano médico y el orgullo de la familia Sakazagami.

Yura es la vergüenza, la oveja negra, la descarrilada. La afrenta de sus padres. Cosa que a ella le interesa una pila de mierda, yo solo repito sus palabras sin embargo, sé que muy en el fondo la situación con su sangre, le afecta de sobremanera.

Es tan reservada con sus emociones que por más dolor que sienta, no dará su brazo a torcer. A pesar del tiempo que llevo de conocerla, no se ha atrevido a contarme el por qué huyó de casa cuando solo tenía catorce años. Quizá crea o piense que mi pérdida de memoria sobre mi pasado es solo una excusa para no confiar en ella pero la realidad es que ni siquiera recuerdo quién es o fue la mujer que me trajo a este mundo.

— Kagura quiere que le desocupe la habitación porque según, una nueva chica llegará mañana por la mañana o por la noche.

— Había escuchado uno que otro comentario pero creí que solo eran chismes infundados.

Me levanto del sofá y guardo la pintura junto con los demás objetos en la gaveta del viejo buró. Tengo un poco de leche tibia y un pan que compré en la mañana.  Sirvo en dos tazas y le ofresco una a Yura.  La pelicorta le da un sorbo para después morder el pan.

— Esa maldita es una alimaña. Siempre buscando la forma de joderme.

— Y entonces por qué no te vas. Me habías dicho que tenías una buena cantidad de dinero ahorrado.

Yura bufa y mastica lentamente el pedazo de pan que se llevó a la boca. Algo me dice que lo hace a propósito para no responder mi pregunta.

Termino de beber mi leche y lavo el vaso para después secar mis manos húmedas con una pequeña toalla. Si yo ya tuviera una buena cantidad de dinero ahorrado me iría lejos. Este pueblo de mala muerte no tiene nada que me pueda atar o causar nostalgia, todo lo contrario. Aquí he vivido los peores años de mi vida.

— Presté una parte y aún no me lo han regresado — rompe el silencio después de varios minutos. La veo sobre mi hombro. Me suelto el cabello para cepillarlo con mis dedos. Solo me queda una hora para alistarme y llegar al bar.

— Yura, sabes perfectamente que no se puede prestar dinero, a la larga solo te ocasionan problemas y enemistades.

— Lo sé, lo sé — se da un golpecito en la frente con dos de sus dedos.

Se levanta de la cama y lava el vaso, lo deja en el escurridor, junto al mío, para después secarse las manos en el pantalón. Abro las puertas del armario y busco mi ropa para cambiarme.

— Si este cuchitril fuese un poco más grande, créeme que te haría un espacio.

— No te preocupes — hace un ademán con su mano, restándole importancia al asunto — puedo pedirle al alcalde que me alquile un cuarto aquí.

— Sería genial — exclamo sin evitar sonar emocionada. Yura es como mi hermana y tenerla tan cerca sería muy reconfortante.

— Cualquier cosa te aviso — me palmea el trasero y yo chillo por su arrebato lésbico. Yura explota en carcajadas.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2023 ⏰

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