Capitulo VII

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Maratón 2/3
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En un momento de la noche, siento que alguien me observa y cuando me despierto ahí estaba él, sentado al otro lado de la habitación con su laptop abierta, se le veía cara de cansancio y estrés, me observaba fijamente y después voltea a ver lo que tenía delante de el, por la distancia parecía no notar que estaba despierta.

Pero momentos después el sueño me gana y vuelvo a quedarme dormida, la mañana siguiente me despierto con la tenue luz que entraba por las ventanas, el otoño comenzaba a hacer de las suya las hojas de los árboles comenzaban a ser amarillas para después transformarse a un marrón.

Está mañana me había dado cuenta de que el se había ido, ya no estaba, Aghata me lo había dicho en el desayuno.

—¿ Y el señor Volkov? —pregunto dudosa.

—El señor se ha ido de viaje, señorita, esperemos que regrese pronto —había respondido la chica entonces.

Lo que no entendía era porque había estado la noche anterior en mi habitación, trabajando de madrugada, mientras me observaba dormía.

Y así paso la siguiente semana, su ausencia había dejado muchas dudas dentro de mi, no entendía ¿Por qué se había ido así?

El hombre había dejado órdenes antes de irse, por lo que estuve entretenida con mis tareas, había designado un área del amplio terreno para practicar con el arco y el rifle, estaba a kilómetros de distancia, apenas era visible el enorme castillo, venía el un Jeep descapodo, todos los días un de sus escoltas me traía, ya lo reconocida, Romanov, un tipo robusto, de ojos claros y el cabello rapado, llevaba también tatuajes, sobresalían por su cuello y también en los nudillo, este es mucho mayor que Eros y por lo que había escuchado de Aghata el hombre es el guardaespaldas personal de Eros junto a Popov, pero lo había dejado a él aquí, a cargo de mi cuidado.

El hombre hacia de niñera y colocaba los objetivos a más de ochenta metro de distancia, veían preparado con un sniper de alto calibre y un arco profesional, como que usan las deportistas reales.

Por la tarde me ejercitaba, además la única persona que conocía era Aghata, quien comenzaba a significar muchísimo para mi, algunas noches había cenado sola y otras con la familia de Eros por órdenes del mismo, pero desde aquel día no sabía nada de él.

Ya me conocía todo el castillo y todo el personal ya me conocían, el primer día que decida recorrer los pasillos tenebrosos del lugar me quede asombrada, la cocina estaba oculta, pero del mismo tamaño que mi habitación, con tres chef y dos ayudantes, que estaban el día a día, listos para preparar cualquier platillo que desees, aunque tenían un menú semanal estipulado por la señora Isabel; al menos cincuenta personas trabajaban en este sitio, que usaban el mismo uniforme que Aghata.

El lugar más extraño fue un jardín botánico, dónde al parecer era el lugar predestinado del padre de Eros, al parecer el hombre se pasaba el día metido ahí, no sabía que hacía exactamente, pero es algo raro.

En el día a día es muy extraño cuando me consigo con algún miembro de la familia, todos salían y nadie estaba, los únicos que parecían permanecer en casa era la señora Isabel y el señor Vladimir, pero ¿Por qué?

En otra parte del castillo había una piscina adentro totalmente techada y con calefacción, un gimnasio, cine, estudio, biblioteca, depósito de arma y un área al cual no me permitían entrar, siempre estaba custodiada por cinco o seis hombres, la curiosidad me mataba, pero no me acercaba a aquel lugar que llevaba al sótano.

El Collar de los Rubíes RojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora