Capítulo 1

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Toda historia de amor siempre llega a un punto en donde los caminos se bifurcan.

Esa mañana, Lionel se encuentra ante una disyuntiva. Por un lado, la necesidad de recordarle amablemente a su novio por cuarta vez que los calzoncillos no se mezclan con las sábanas en el lavado y, por otro lado, la tremenda urgencia de pegarle una patada en las joyas de la abuela para que aprenda de una puta vez. No puede entender realmente cómo es posible que Pablo no comprenda que una prenda que acarrea restos de fluidos corporales y vellos púbicos, se enjuague con la misma ropa de cama que debe estar lo más desinfectada posible para evitar enfermedades. Ya de por sí, Scaloni todas las mañanas deja media hora la cama toda abierta con las ventanas hasta el tope para que entre el sol y el aire, matando ácaros antes de tenderla. Hábito que Pablo no tenía.

Varias cosas nuevas se fueron introduciendo en la casa Aimar.

Más allá necesidades básicas como comprar un segundo tender de ropa para secar la ropa adentro cuando llueve, la presencia de Scaloni supuso una reorganización de finanzas. A pesar que el DT argentino insistió desde el primer momento en seguir pagando todos los impuestos de su casa solo, Lionel lo obligó a dividir gastos para poder él también aportar su parte. Lo último que querría en su nueva vida, sería vivir de prestado. Tras una acalorada discusión, llegaron a un arreglo y algunos impuestos serían cubiertos a medias por los dos, más allá del orden de la casa. Pablo tiene un servicio doméstico de limpieza contratado que va tres veces por semana, pero el pujatense insiste en mantener sus antiguos hábitos y contribuir al aseo profundo del hogar.

En la crianza de sus hijos, el antiguo escort no se mete. No es su rol, ni su lugar ni tampoco tiene voz en algo como ser padre porque no lo es. En contadas ocasiones baja un poco su barrera y se ofrece como oreja para escuchar lo que los cuatro hijos de Pablo quieran decir y no se animen a hablar con su padre. En ese aspecto, Scaloni se ha convertido en una especie de confesionario de reality show. El hecho de formar parte de la familia, pero ser el nuevo del grupo, lo coloca en una posición estratégica perfecta para los chicos. Un grado de confianza justo y necesario.

Ana Belén mantiene su distancia. A pesar de haberse visto cara a cara una vez, en condiciones óptimas, la comunicación es escueta y cordial. Desde aquella presentación, han hablado tres veces. Dos, fueron respuestas por WhatsApp para asegurarse que los chicos llegaron a su casa sanos y salvos, y la tercera fue telefónicamente para recordarle que Pablo pasaría a buscar a Eva y a Juana por el colegio en la camioneta.

No han establecido reglas para otros aspectos. Como, por ejemplo, los turnos de quién cocina todos los días.

Es que Lionel es un animal de costumbre. En su rutinaria y vacía existencia, la estructura de sus días lo era todo. Seguir un patrón de situaciones y acciones repetitivas era lo que mantenía su cordura para aferrarse a la realidad y constatar que, efectivamente, que estaba vivo. Que respiraba y tenía pulso, más allá de que su cuerpo fuese un objeto dedicado al placer ajeno. El control sobre ese tipo de aspectos lo mantiene a raya, y la falta de los mismos lo enloquece.

Podría hablarlo con Pablo, pero no quiere caer en el patético rol del puto traumado. Para eso está la profesional a la que visita una vez por semana.

Demasiada agua corrió bajo el puente para que ambos lleguen a este punto de sus vidas. El número de pruebas por las que pasaron para estar juntos no es nada en comparación con el peso de cada una de ellas. Pedirle más cosas al cordobés se siente... egoísta.

Y es allí donde las cosas se ponen un poco peludas.

Lo de mezclar la ropa es un detalle menor, pero hay varios detalles que a Scaloni le molestan de sobremanera. En la cama, Lionel necesita dormir con un pie afuera de las sábanas y frazadas, al aire. Aunque la temperatura ambiente sea de 4 grados bajo cero. Es una cuestión de diferencia térmica de su cuerpo. Pero cada vez que Pablo se levanta para ir al baño, lo arropa mientras está dormido y se despierta al rato, sudado y molesto. Eso repercute en cómo arranca su día y en su humor. Le pidió una vez que no lo haga más, pero Pablo lo sigue haciendo, quizá inconscientemente. Pero lo hace. Y eso le revienta.

Compromiso BilateralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora