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N𝐚𝐫𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫
Sukuna: Uraume -llamo aquel hombre en cuanto entro a su hermosa casa, junto al Omega, el cual mantenía muy cerca de él
Itadori solo agachaba la cabeza, al estar tan cerca de ese Alfa, el cual le daba un poco de amor manteniéndolo entre sus fuertes brazos, sin darse cuenta que estaba buscando consuelo, cariño y amor de un Alfa desconocido por la tristeza que sentía aún por lo que le hizo su Alfa.
Uraume una mujer de estatura pequeña, cabello corto y blanco, aparece dando una pequeña reverencia a su amo
Uraume: Bienvenido amo, ¿Qué tal le fué?- preguntó notando la presencia de un nuevo inquilino
Sukuna: Me fué de maravilla Uraume, mira a quien encontré?- menciono con una sonrisa de oreja a oreja, dándole una palmada a Yuuji, haciendo lo avanzar unos pasos hacia adelante.
Fueron las palabras del tatuado, dejando a una Beta muy sorprendida pero aquel suceso tan repentino.
Sukuna:Que te parece? Ahora tengo a mi Omega- afirmo acercándose el cuerpo de Itadori al suyo
Itadori:Q-UE?- balbuceó mirando a Sukuna, chocando con aquellos ojos tan rojos como la misma sangre- t-tú Omega?- repitió las palabras del contrario sintiendo como si lo hubieran bañado con agua fría.
Apunto de decir algo, fue interrumpido por Sukuna.
Sukuna: Uraume, cuida a toda costa a Yuuji, tratalo como si de mi se tratara- demandó mientras se alejaba yendo a terminar asuntos importantes.
Yuuji estaba apunto de seguir a Ryōmen para debatir lo que había sucedió, pero es detenido por Uraume.
Uraume: Él Amo tiene cosas importantes que hacer, si gustas hablar con él, tienes que esperar a que se desocupe- propuso, recibiendo un pequeño si por parte del Omega. En cambio la Beta llevaba a Yuuji a su habitación- si necesita algo no dudes en llamarme- ofreció dando una pequeña reverencia, dejando encerrado al pobre de Itadori
Este soltó un suspiro, dejando caer su cuerpo en la cama, empezando a pensar en todo lo que le estaba sucediendo en tan poco tiempo.
Cerro sus ojos tratando de descansa aún que sea por unos minutos.
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Conducía su coche a una velocidad no tan segura, al punto de que solo lo que veía bien era la carretera, apretaba fuertemente aquel volante, no lo negaba le hervida la sangre de solo pensar que Sukuna rapto a su Omega y que este está en sus brazos en esto segundos, rechino los dientes del coraje que tenía dentro de si mismo.
No tardó mucho en estar ahí parado frente a esa casa la cual era vigilada por hombres armados. Gojo baja de su coche posándose frente ese barandal color negro, la atención de a aquellos hombres se dirijo a él.
