I like big cocks, I can't help it.

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—Me estás jodiendo? —Exclamó el castaño, alterado. El flujo acelerado de su excitación tuvo que cortarse de golpe al conocer al pequeño... muy pequeño amigo de su acompañante.

El chico bajó la vista, confundido.

—¿De qué estás hablando? —Preguntó, levemente molesto, ya que el menor había decidido pararlo todo en el peor momento. Su erección dolía y el enano sólo se dedicaba a joderle.

—¡Ese jodido tamaño! —Gritó Charles, rojo de la rabia. —¿No te da vergüenza andar con esa miniatura entre las piernas?

El chico abrió la boca, pero las palabras no salieron. Necesitó un momento para pensar lo que estaba pasando.

—Debes de estarme jodiendo tú a mí. —Murmuró, frunciendo el ceño. Charles apretó los dientes.

— ¿Miniatura? ¿En serio? ¿Qué demonios esperaban? ¿Treinta centímetros?

—Pues tampoco esperaba cinco.

—¡Diecisiete! —Exclamó el chico, incrédulo. —¡¿Unos jodidos diecisiete centímetros no son dimensiones para ti?!

El silencio proveniente de la pareja del menor fue suficiente para que el chico alcanzara su máximo nivel de vergüenza e indignación. Se alejó con furia del castaño arrodillado frente a su hombría y caminó con pasos desequilibrados y rápidos hasta su ropa tirada en un extremo de la habitación.

—¡Espera! —Exclamó Charles, poniéndose de pie precipitadamente. Su acompañante l miró sin dejar de ponerse la ropa. —Y-yo... eh... p-podría intentar hacerlo contigo...

Un jadeo de exclamación salió de los labios del chico.

—¿Intentar? —Inquirió, sintiendo el enojo crecer cada vez más. —Vete a la mierda.

—P-pero... —Charles se quejó, revolviéndose los cabellos con frustración. —¡Oh, demonios! No es mi culpa que no cumplas con mis expectativas...

— ¿Qué clase de expectativas tiene? —Exclamó el chico, haciendo una mueca de horror. —Zorra traga pollas.

Charles se indignó.

—Quizás sí. pero sólo pollas grandes, no como la tuyas, amigo. Suerte con ese gusanito. —Canturreó, empujando al chico fuera de la habitación sin dejarle tiempo alguno de agarrar su camiseta ni su cartera, lo que había sido completamente a propósito, pero a su acompañante estaría siendo cegado de indignación, ya que no reparó en devolverse por ellas.

Charles se recostó contra la madera de la puerta, soltando un suspiro pesado.

—Y yo creí que porque era extranjero me había ganado el premio gordo. —Se quejó para sí mismo. —Demonios, realmente es mejor mi vibrador.

El castaño se mordió el labio inferior. Se sintió un poco culpable por herir el ego de su acompañante, ero no pudo evitarlo.

Simplemente cuando un hombre no cubría aquel requisito especial tan importante para Charles, este enloquecía.

Caminó hasta el bolso que había llevado al club esa noche (donde había tenido lo que creía que podía llamar suerte al conocer a ese guapo extranjero que acababa de salir echando humo de la habitación del hotel), en el cual guardaba lo que era calificado por sí mismo como "botiquín de emergencia", para casos como estos, el cual tenía un consolador rosa y un vibrador del mismo color, los cuales medían aproximadamente veintitrés centímetros cada uno, más una botella de lubricante.

Se encogió de hombros y se empujó en la cama, dispuesto a resolver por sí mismo aquel problema que el extranjero le había ocasionado con besos, pero no había sido capaz de resolver con su polla.

falofilia » charlosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora