Capítulo 4

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*Un año después del final de la segunda temporada.

La sala de control se quedó vacía, la puerta se cerró y comenzó a hablar.

—Todo es tan pacifico, tranquilo que...se me eriza la piel...no se que me pasa —soltó una risita.

Continuó —La esposa de Mobius volvió del Blip, esta feliz pero...te extrañamos mucho Loki... —dejó las palabaras en el aire.

Sylvie miró al frente, las ramas y las luces verdes que formaban el enorme Árbol de la Vida. Aunque no estaba segura de como funcionaba, ella era la única que podía hacer aparecer las ramas. El Arbol realmente estaba en la Ciudadela, el portal estaba cerrado pero cuando ella aparecía volvía a abrirse.

—Solo espero que realmente me escuches porque si no me he visto como una loca estos últimos días Loki. Salud —dio un sorbo a su cerveza.

Esa era la tercera vez, tal vez la cuarta que Sylvie pasaba su hora de almuerzo en la Sala de control y Loki cuidando de las ramas. Era la forma en la que Sylvie le agradecía por su sacrificio, pasar un tiempo con él y no estuviera solo. Realmente lo había estado haciendo los últimos meses.

—Es todo por hoy —Sylvie se levantó del suelo y abrió una puerta temporal con su Tempad -...Gracias, otra vez.

Cruzó la puerta sin antes mirar ligeramente a su espalda.



Loki logró crear una ilusión de si mismo en la sala de control pero fue demasiado tarde, Sylvie se había ido. Su magia se debilitó y la ilusión desapareció.




Sylvie había dejado el trabajo de comida rápida y comenzó a trabajar en la anticuada tienda de vinilos que tanto le gustaba visitar, aunque presentía que pronto se aburriría de ese lugar también.

Había pasado tanto tiempo huyendo para salvar su vida, tanto de la TVA como de los eventos apocalípticos donde se refugiaba. Todo el tiempo corría, estaba alerta y no podía vivir, solo sobrevivir.

Pero ahora que lo tenía todo...una casa donde dormir, un trabajo y amigos. Todo comenzaba a sentirse mal, Sylvie comenzaba a sentirse vacía. Que nada de eso le pertenecía realmente, que ese no era su hogar. Se preguntaba realmente cuánto tiempo había pasado para Loki ahí encerrado cuidando el lugar del que Sylvie ya se estaba cansando.

Esa noche cerró la tienda sola, se puso su gabardina y subió a su camioneta. Dio un salto hasta el techo cuando se dio cuenta de que alguien estaba sentado a su lado.

—¡Oh, me sustaste! Loki... —frunció el seño pero se relajó.

—Un hola sería lindo —dijo Loki.

Sylvie escondió su sonrisa. —Hola.

Comenzó a conducir.

Glorioso Propósito | SylkieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora