Coincidencias

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― Tojisato

En ocasiones, Megumi se veía sumido en la incomprensión de la compleja relación entre sus padres, dos seres que, en lugar de reflejar el amor típico de los padres convencionales de sus compañeros de jardín de niños, parecían nutrir un odio profundo. Fue en ese día especial cuando la maestra solicitó a los niños realizar un dibujo acerca de sus familias que Megumi no desaprovechó la oportunidad de plasmar sus sentimientos en una obra creativa que no le tomó tiempo pensar, pero sí lo que restaba de su clase.

Al concluir su obra con un par de toques de crayones, la maestra, al pasar cerca de los pupitres, no pudo evitar observar el dibujo del pequeño Megumi con más detenimiento que el resto. Aunque eran garabatos, el mensaje detrás de ellos resultaba claro.

— ¡Oh, Megumi, qué interesante dibujo! ¿Quiénes son ellos? —preguntó la maestra con dulzura, captando de inmediato la atención del pequeño.

— Son mis padres —contestó Megumi con simpleza, mostrando ser un niño de pocas palabras.

— Eres todo un artista, Megumi. ¿Me puedes decir qué significa tu dibujo?

— Ellos suelen llevarse así —comentó el niño en su inocencia.

— Entiendo, ¿Te molestaría si me lo llevo?

Megumi le entregó suavemente el dibujo, y la maestra, agradecida, felicitó su trabajo, pero en su mente germinó la idea de hablar con la trabajadora social para abordar ese caso tan especial. Después de llevar el dibujo a la encargada, mediante una llamada, se programó una citación a uno de los padres de Megumi al día siguiente, solo para abordar ese pequeño detalle.

Entre Fushiguro y Gojo, era Gojo quien se encargaba de los pendientes escolares de su pequeño, y por ende, el único que atendía las citas cuando se le solicitaba.

El día siguiente no fue la excepción. Mientras Gojo dejaba a su pequeño en la escuela, ingresó con él a las instalaciones, captando inmediatamente la atención de alfas y mujeres en cada paso. Parecía que nunca habían visto a alguien tan atractivo como Satoru Gojo, y eso, en lugar de molestar al omega, solo aumentaba su ego. Después de haber atravesado el callejón de las miradas, y una vez que Megumi ingresó a su salón de clases, Gojo se acercó a las oficinas donde se le había citado para una pequeña charla acerca del estado de su niño.

Al estar dentro, la encargada le pidió amablemente que tomara asiento frente a su escritorio, lo cual Gojo aceptó sin dudar.

— Buenos días, agradecemos mucho que se haya tomado la molestia de acudir —saludó la mujer y prosiguió—. Lo citamos porque nos llamó la atención un pequeño mensaje preocupante que Megumi nos dejó de manera implícita.

— Ya veo —contestó el omega con sencillez. Mientras decía eso, la secretaria sacó de su registro el dibujo que Megumi había hecho el día anterior para entregárselo a Gojo.

— Oh, vaya, es muy bueno —dijo con una sonrisa al ver con atención lo que su pequeño había plasmado en aquella hoja. La mujer solo atinó a mirarlo con extrañeza; ¿Cómo podía alegrarse por algo así? Era un tipo muy peculiar.

El dibujo mostraba secuencias donde Fushiguro, apuñalaba a Gojo en el cuerpo con una daga, atravesándolo del cuello a la cadera. En la segunda secuencia, lo dejaba tirado en su charco de sangre, y después terminaba aún peor. Pero Gojo estaba feliz de haber ganado.

— Es un dibujo muy sangriento para un pequeño de la edad de Megumi y creemos que se debe a la relación que lleva usted con su esposo.

"¿Esposo?", pensó Gojo para sus adentros, ni siquiera estaban casados.

Destellos de LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora