𝑆𝑖𝑒𝑡𝑒 ⚘ 𝑈𝑛 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒 𝑚𝑎𝑟𝑎𝑣𝑖𝑙𝑙𝑜𝑠𝑜

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𝐵𝑖𝑙𝑙

—No entiendo qué hago aquí —Resoplo acomodando mis lentes de sol sobre mis ojos, peino mi cabello hacia un lado y vuelvo a cruzar mis brazos sobre mi pecho.

—Deja de quejarte —reprocha Gabby divertida—, quisiste venir para acompañarme.

—Tengo calor, no veo lo divertido.

—Eso no es culpa mía, se llama calentamiento global y cambio climático —Abro y cierro mis dedos simulando una boca.

—No puedo creer que sea pleno invierno y tengamos casi treinta grados ¡Vine con ropa negra! Esto es una burla por parte de la madre naturaleza, te lo puedo firmar, no le caigo bien, de seguro.

—¡Los tortolitos podrían ayudarnos y dejar de discutir un momento!

—¡No estamos discutiendo!

—¡Lo siento! Ven vamos. Ya basta —vuelve a reprenderme—, sé que no te agradan pero debemos disimular al menos, es por una buena causa. Al menos... Inténtalo.

—Sólo porque me lo pides tú. Iré a la tienda de enfrente por un helado, ¿quieres? —Asiente fervientemente— ¿Pistacho?

—Pistacho —Sonríe dejando un beso en mi mejilla—. Gracias, Billy.

Le devuelvo la sonrisa empujando suavemente su hombro en cuanto se aleja unos pasos.

Camino con lentitud cruzando la calle para llegar a la misma heladería a la que vinimos en nuestro intento acertado de primera cita. Abro la puerta de vidrio haciendo sonar una linda campanita recibiendo una cursi bienvenida del heladero. Sí, el mismo que coqueteó con Gabby ese día. Jajaja, fué chistoso.

Me quedo de pie al final de la no muy larga fila para esperar mi turno.

Estamos paseando por el barrio comercial con algunos chicos de mi grado intentando organizar algo del famoso baile de máscaras para la recaudación de dinero para el viaje a Tokio.

Si soy sincero sólo vine porque Gabby no conoce muy bien a los otros chicos y le daba vergüenza estar a solas con ellos y, a los únicos que sí conoce son precisamente Steffan y Poulette. Ahora que lo pienso, me manipuló vilmente sacando la carta de la pobre novia indefensa.

«Pero... soy tu novia...» dijo formando el puchero más sucio de todo el mundo. Sabía que no me resistiría. Ya verá.

—Hola, ¿qué pedirás?

—Hola —Le sonrío amablemente al heladero, pero dentro de mí estoy aguantando las risas—, dos de pistacho, por favor.

No puedo entender como le hizo esa pequeña para hacerme venir aquí. Y ahí está, la veo desde mi posición en la heladería, ríe animadamente con los demás en la calle de enfrente, ya muy cómoda la desgraciada. Claro, si es imposible no caer ante sus encantos. 

Inevitablemente sonrío al verla bromear con los demás.

—Tu helado —El heladero, que en realidad se llama Steve, lo puedo saber por su gafete, me saca de mi ensoñación tendiendome el primer helado verde—, enseguida preparo el otro.

—Gracias —digo tomándolo en mis manos.

Ya ha pasado casi un mes desde que iniciamos todo este embrollo de los novios falsos-no falsos y puedo decir que al parecer ha estado dando sus frutos, apenas me he topado con Zhou y su séquito y si lo he hecho las agresiones se han reducido a leves empujones de hombros o cosas así, ya ni siquiera me dirigen la palabra, excepto por tener que seguir aguantando a Jazmin en mi casa, pero son sólo unas cuantas veces a la semana, todo manejable.

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⏰ Última actualización: Nov 24, 2023 ⏰

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𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎 | 𝐵𝑖𝑙𝑙 𝐾𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧 [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora