El diario de Marla

CAPÍTULO 4.

Hoy, como todos los días, he llegado justa a la hora del instituto, y ahí estaba la chica de la biblioteca esperándome nerviosa en las escaleras de la entrada.

-Pensé que no llegabas, lo he pasado muy mal.

+Jajaja lo siento, pero esta es mi hora habitual de llegar al instituto, ¿qué te toca?

-Mmm...pues según el horario, Inglés.

+De acuerdo, tienes que ir por el primer pasillo todo recto hasta que veas una papelera que tiene escrito: Jennifer X Jonathan. Justo la clase que hay en frente de esa papelera es la tuya.

-Vale...muchas gracias de verdad, ¡te debo una!

La verdad es que no sabía por qué, pero hoy me encontraba super positiva. Hasta que llegué a clase. Claro Marla, que inocente eres pensando que tu día podía comenzar con buen pie. Entro a clase y lo primero que me encuentro es a la profesora sentada y a todos haciendo ejercicios, lo nunca visto en mi clase. Por eso deducí que hoy mi profesora venía de mal humor, y no pude dar mejor en el clavo.

-¿Se puede?.-pregunté con la mayor educación posible.

+Se puede llegar antes. ¿Tiene usted idea de la hora que es? Retirese, ahora hablaremos.

Genial. Fantástico. Simplemente fabuloso. Ahora lo que me faltaba era que la maestra me cogiera manía.Me salí al pasillo mientras pensaba en qué excusa le iba a poner para que no me castigase. Pero nada, al final ninguna tenía la suficiente consistencia y opte por decir la verdad.

+Marla, ¿puedes explicarme el por qué de tu retraso?

-Sí, claro...verás es que ayer conocí en la biblioteca a una chica nueva y me dijo que si hoy podía indicarle donde tenía la primera cl...

+Pare, suficientes mentiras por hoy.

-Pero...

+En el recreo quiero verla en la biblioteca, le mandaré deberes extra y tendrá que entregarmelos después del recreo, o le mandaré más. Así aprenderá a que a las clases de Literatura siempre se llega a tiempo.

Deberes extra...no podía ser verdad. No...ya estaba bastante agobiada con los que me mandaban como para que encima me dieran extras...aunque lo de la biblioteca para mi no era ningún sacrificio, era un lugar familiar para mi.

Cuando me vine a dar cuenta ya era el recreo y me fui corriendo a comprar el bocadillo para no llegar tarde a la biblioteca también. Llegué a la cantina y estaba atestada, no me daría tiempo a comprar para llegar puntual a la biblioteca, mientras miraba agobiada de puntillas por encima de las cabezas de la gente para ver cuánto de larga era la cola, noté un fuerte suspiro y un posterior empujón que me dejó en el suelo. Miré hacia arriba y pensé: sé simpática Marla. Puse una sonrisa falsa y burlona en mi cara y le dije:

-Al menos podías pedir perdón, ¿no?

+Ah, lo siento de verdad, lo siento mucho Marla...

Me quedé mirándolo extrañada y el caso es que su cara me parecía bastante familiar, pero como tenía prisa, ni le pregunté de qué sabía mi nombre, ni de qué me conocía. Me fui corriendo a la biblioteca sin mi bocadillo, entonces mientras que iba en el camino, escuché que alguien gritaba mi nombre, era Raúl, aquel imbécil de la biblioteca.

Joder, qué quiere este ahora.-pensé.

-¡Marla, marla! Espera, ¿estas castigada?

+Perdona, ¿te conozco?.-le solté.

-Claro que me conoces, es imposible que no te acuerdes de mi preciosa cara.

+¡¿Qué? !Oye, ¿sabes algo? Estas perdiendo un precioso momento para cerrar la boca.

¡Será descarado el tío! Cada vez andaba más deprisa, pero el seguía mis pasos casi al mismo ritmo.

-Yo también estoy castigado, ¿quieres que nos sentemos juntos?

+No, ¿algo más?

-A la mierda, eres una sosa, es imposible ganar esa apuesta.

¿Apuesta? ¿He oído bien? Me detuve y cortantemente me dirigí hacia él.

+¿Apuesta?

-Ups, ¿lo has escuchado?

+Parece que si, ahora me debes una explicación, es más, me la vas a dar ahora, en la biblioteca.

-Pero que hoy no estaba castigado, era mentira...

+¿No? ¿Quieres ver que fácil es para mi causarte un castigo de una semana?

-Está bien, te lo diré, pero prometeme que no se lo dirás...

+¿Decírselo a quién?

-Tú no se lo digas.