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- Oye... Zoro.- volvió a llamar a su enamorado.

- ¿Desde cuándo, yo te-?.- no terminó de formular su oración cuando un nuevo tacto en su espalda baja le tomó por sorpresa.

- ¿Desde cuándo? Eso no los sé.- respondió interrumpiendo al chico.

- Pero me di cuenta de lo que siento por ti en Water Seven, simplemente me dolía mucho el solo pensar que ya no te volvería a ver nunca.- dijo apretando un poco la cintura del moreno, atrayendolo más hacia sí.

- Usopp.- le llamó - Se mío.- Susurró en su oído haciendo que el menor de estremeciera.

Este no respondió, aquellas dos simples palabras daban vueltas en su cabeza haciendo un nudo vergonzoso y a la vez soñado. Si quiera se pudo dar cuenta cuando el hombre ya había notado aquello que intentaba ignorar hace un rato.

- Estás...- en un murmuró Zoro le hizo saber a Usopp que ya había notado su erección.

- !D-Demonios! ¡No, No importa, ignóralo Zoro!.- le rogó cubriendose como pudo con las cobijas.

Aunque claramente el hombre no le hizo ni una pizca de caso y le tomó en brazos escuchando unos cuantos quejidos que cesaron casi inmediatamente.

A paso lento lo sacó de la enfermería a la fuerza llevándolo hacia su camarote, dónde lo dejó sobre la cama, sentándose a su lado no sin antes haber trancado la puerta bajo llave.

- Ussop, dejemos esto claro, tu me amas.- dijo Zoro aprisionando al moreno en su cama.

- No- No digas algo tan a la ligera Zoro, ¡a- además! A mí me gusta Kay...!-. Un demandante beso del espadachin interrumpió su palabras, seguidos de suaves caricias en su delgada cintura.

- E- Espera Zoro.- se apartó cubriendo sus labios.- No podemos... Yo...

- Te esperaré

- ¿Ah?.- balbuceo Usopp.- ¿Que quieres decir con eso?.- preguntó mirando al hombre apartarse.

- Esperaré hasta que estés listo para tener una relación, no quiero forzarte a estar conmigo.- sonrió de lado acariciando la melena rizada del francotirador.- iré a comer algo, mientras resuelve tu problemita.

Se burló del moreno apuntando hacia su entrepierna que estaba notablemente despierta. Usopp se cubrió tan rápido como pudo y le arrojó al hombre una almohada que esquivo con facilidad.

- Descansa Usopp, y ten cuidado aún no estás en condiciones de moverte mucho.- salió de su camarote propio cerrando la puerta tras de sí.

- Él.... Me esperará.- murmuró con una sonrisa boba dibujada en sus labios.

Soltó un suspiro, Miró la habitación ordenada. Tomó una bocanada de aire, notando el aroma a hierro que el espadachin siempre cargaba consigo. Volteo su vista hacia la puerta del sanitario que tiene el hombre de su factoría.

Se levantó de la cama y caminó hasta el cuarto de baño de la habitación de Zoro, cerró la puerta con cerrojo. Bajó sus pantalones y comenzó a subir y bajar con su mano en su entrepierna, suspiró ante el placer de su propia masturbación.

Jadeo insastifecho, su propio semen cubría su mano pero el placer no fue el que esperaba. En su cabeza daba vueltas la figura de Zoro quien solo lo había dejado.

- Ten valor Usopp.- se dijo a si mismo tomando una toalla sanitaria para limpiar su desastre.- Ambos se gustan, y ya no puedes seguir deseándolo de lejos.- se regañó subiéndose los pantalones y poniéndose los tirantes en sus hombros nuevamente.

- ¡Lo acepto!.- se dijo a si mismo alzando sus manos, como si quisiera tocar el techo. Salió del cuarto de baño y con cuidado se recostó lentamente sobre la cama del espadachin.

Suspiró con una sonrisa en sus labios, ser amado por el ex cazador de piratas jamás se le había cruzado por la cabeza; normalmente le aterra las siniestras expresiones y acciones del hombre, pero no niega lo orgulloso y honorable que es al mantenerse siempre firme en su palabra. Simplemente Admirable.

De hecho, jamás pensé siquiera en enamorarme de Zoro. En un principio me parecía alguien terco y amargado, aunque no me equivoqué, Él es aún más de lo que pensé. Un hombre con una temible fuerza física y también el hombre más leal que e conocido. Alguien tan valeroso y honrado como él realmente dijo que le gusto, no, no hay más iguales a Zoro; él es único.

Sonrió por lo bajo, volviéndose a recostar con cuidado en la cama del espadachin, la colonia del espadachin estaba impregnada por toda la habitación, haciéndolo sentir tan tranquilo que logró dormirse con facilidad.

Mientras que el espadachin estaba entrenando en la cúpula del nido de cuervos, realizando sus monstruosas actividades físicas. Levantaba pesas cuando el médico del barco entró a la cúpula.

- Zoro, ¿Sabes dónde está Usoop?.- preguntó en cuanto llegó a un lado del hombre.

- Está en mi camarote.- respondió con simpleza, dejando su pesa de lado.

- ¿En tu camarote?.- preguntó con inocencia Chopper.- ¡Oh! Ya entiendo Zoro, lo llevaste ahí para cuidarlo mejor, eres increíble.

Chopper comenzó a reír alagando la brillante idea de Zoro que no lo sacó de su error, dándose crédito de que esa es una buena excusa para no hacer las cosas incómodas con los demás sombrero de paja.

- Entonces Zoro, ¿Podrías darle esto a Usoop?.- Chopper acercó hacia Zoro una pequeña cápsula. Medicamento.- Es para Usoop, esto ayudará a que se mejore.

Sonrió feliz, contagiando a Zoro que le devolvió la sonrisa acariciando la cabeza de Chopper. Que comenzó a bailar con gratitud.

- Puedes darcela más tarde si quieres, pero mejor que sea antes de mañana para que Usopp no tenga que soportar más dolor en su cuerpo.- Dijo Chopper antes de despedirse y bajar de la cúpula del nido de cuervos.

Zoro miró la pequeña cápsula por un rato y con un suspiro también bajó de la cúpula, dirigiéndose hacías su factoría. Dónde encontraría a Usopp tranquilamente dormido sobre su cama. Se acercó a paso lento y se sentó a un lado de Usopp.

Lo observó por un rato y de una botella de agua que había llevado consigo desde el nido de cuervos, tomó un trago junto con la píldora. Acercando sus labios a los ajenos, le dió el medicamento a Usopp, en un corto osculo que no tardó en romper en cuanto el moreno trago la cápsula.

Se separó sin dejar de ver el rostro durmiente de Usopp, con cariño acarició su melena rizada apartandola de su rostro. No era tan tarde pero ver la silueta durmiente del francotirador lo contagió. Así que tomando lugar en el colchón, se acostó a un lado del moreno. Cubriéndolo con sus brazos.

*

1081 palabras.

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