Noche Estrellada 🌠

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Podía sentir la respiración de Neji en su pecho, apenas perceptible a comparación suya, que casi podían seguir siendo gemidos. Se llevó la mano a la boca, estaba temblando e incluso ese aliento sobre su piel le hacía arder. Echó la cabeza hacia atrás, dejando que su cabello se deslizara por las sábanas, la noche despejada resplandecía en su ventana y la luz de las estrellas se reflejaba en sus ojos mientras Neji se apartaba con cuidado, aunque no lo suficiente como para liberarla por completo. 

“Aprovecharse de un borracho”, pensó, “eso es un abuso, Ino Yamanaka”. 

Lo rodeó con los brazos, acariciando su cabello, tan solo escuchándolo tratar de recobrar el control. Sin embargo, tampoco la soltó, sentía su mano derecha aún sobre su cadera, moviendo suavemente el dedo pulgar. No la miraba, había escondido el rostro en su cuello, y tampoco había dicho mucho, aunque la razón de eso era que había mantenido la boca considerablemente ocupada en otras tareas de las que no se quejaba en absoluto. 

Volvió a mirar el cielo. 

¿Cómo se supone que debería comportarse por la mañana? 

Seguramente habría un momento en que el primero que despertara se haría el dormido hasta que fuera evidente que el otro hacía lo mismo. 

¿Qué le diría? 

¿Solo darle las gracias por una buena noche? ¿Hacer una broma respecto al ridículo que hizo cuando la rechazó de niños? Seguramente ni se acordaba de eso, y su comentario previo a su primer beso, se debía a que el movimiento con su cabello era algo que hacía con frecuencia, no tenía que tener relación directa con ese momento en concreto. 

¿Y si se levantaba primero dejándole una nota, diciéndole que tenía una misión y no quiso despertarlo? 

Sintió su movimiento, estaba por incorporarse. Seguramente se marcharía. 

Sonrió de medio lado. Ahora, incluso Neji Hyūga tendría razones para creer todas las cosas que se decían de ella. 

La mano que estaba en su cadera se apartó un instante, solo para girarla mientras que él se acomodaba de cara al techo, haciendo que quedara parcialmente sobre él. 

Ino levantó el rostro, Neji estaba levemente sofocado, y la miraba de una forma que no se sintió capaz de resistir, por lo que se encogió, recargando la cabeza en su pecho. 

¿Qué iba a pasar? Había violado la sagrada regla de los amigos. 

Entonces, tuvo la duda: ¿era su amigo? 

Sabía de él más o menos lo mismo que de la mitad de la población shinobi activa de Konoha. Cuándo se graduó de la academia, cuándo aprobó el examen a chūnin, y cuándo fue promovido a jōnin. Sabía aproximadamente cuántas misiones había cumplido, de qué rango y con quiénes había hecho equipo. 

Definitivamente, eso no lo volvía su amigo. 

Quizás sería amigo de Naruto, si es que ese idiota encontraba la palabra suficientemente grande como para englobar a alguien más que a Sasuke y Sakura en la definición.  

Sabía que no tenía novia. Alguna vez Naruto preguntó si tenía algo con Tenten, la única mujer con la que se le veía, y ambos lo negaron vehementemente.  

Pero quizás estaba comprometido. No era en absoluto extraño entre los clanes más antiguos hacer ese tipo de arreglos desde prácticamente el nacimiento. Tal vez sería alguna prima cuya familia se había alejado por la forma natural en que se daban las ramificaciones de un árbol genealógico.  

¿Y qué sabría él de ella?  

Nunca en la vida le iba a creer que no llevaba chicos a su casa.  

Seguía despierto.  

Definitivamente estaba buscando la manera de marcharse sin ser descortés.  

Neji era bastante educado, quizás no precisamente amable, pecaba de engreído, aunque no más de lo que era natural en un ninja tan bueno como él, pero sí era lo suficientemente considerado como para no haber empezado a vestirse apenas terminó.  

Había un lugar en el infierno para los que se aprovechaban de incautos alcoholizados, y ella ya estaba anotándose una reservación.  

—¿Qué hora es?  

Ino suspiró aceptando la derrota, no había podido hacerle desear quedarse más tiempo. Se incorporó levemente, estirando la mano para alcanzar el reloj de la mesa de noche.  

—Las cinco con veinte.  

Neji se incorporó con brusquedad, aunque debido a que la tenía sujeta por la cintura fue que no la hizo caer.  

—¿A qué hora quedaron de verse? —le preguntó, recordando que Tenten había dicho que salía temprano a una misión. Era evidente que no era la única que se iba.  

—A las cinco.  

Le miró con suspicacia, valorando la calidad de la excusa mientras buscaba su ropa en el desorden que habían causado en la habitación.  

—Llévate la mía —le dijo cuando se dio cuenta de que revisaba su bolsa de armas, que seguramente era la de uso común que todos se ponían para andar por la villa, pero no era demasiado útil cuando se iba a misión.  

Se levantó de la cama, sintiendo irrelevante su desnudez dadas las circunstancias. De hecho, se contoneó sutilmente, apenas perceptible al ojo común, pero claro para alguien con tanta atención a los detalles.  

Abrió la puerta del armario y sacó una bolsa que tenía preparada para emergencias. Uno nunca sabía cuándo lo iban a mandar al otro lado del mundo sin más aviso, así que no estaba de más tener una así. Únicamente le sacó una bolsa en la que guardaba menesteres femeninos y se giró para dársela.  

Sin embargo, no esperaba encontrarlo tan cerca de ella, a un par de centímetros. Él tomó la correa, se inclinó hacia el frente dándole un beso en los labios.  

—Gracias.  

Ino se quedó quieta, como ida, reflexionando vagamente en que era una de las peores kunoichi de la aldea porque no era capaz de determinar la proximidad de alguien. Era la segunda vez que Neji irrumpía en su espacio personal sin que pudiese cuando menos notarlo.   

Pero más importante aún, ¿por qué la había besado? ¿Era lo que había concluido como la forma correcta de despedirse?  

Fue menos ridículo que darle la mano, por ejemplo. Y menos miserable que irse sin más, como si le hubiera pagado por sus servicios.  

Caminó hacia la ventana, alcanzando su bata en el camino, poniéndosela antes de abrir las cortinas.  

No esperaba verlo. Si era verdad su misión, tendría que romper récord de velocidad, aunque pagaría por saber qué excusa daría y cómo lo haría.  

Fijó la vista en el horizonte.  

Un borracho arrepentido no valía.  

Lo obligaría a reconocer su belleza, a apreciarla y disfrutarla.  

"Chico Travieso" Neji HyūgaxIno Yamanaka (NejiIno)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora