Capítulo 3

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Tus manos empezaron a temblar, hasta que lograste coordinar tus movimientos para bajar del muro. Unos cuantos metros te separaban del suelo, pero la urgencia del momento ameritaba lanzarte, apoyaste tus antebrazos a la orilla mientras dejabas caer los pies, tomaste un rápido respiro para darte valor de forma torpe, contar hasta tres no era una opción.

El impacto en el suelo fue amortiguado por tus piernas, luego rodando por el suelo y finalmente estabas del otro lado del muro, aun así, no era momento para descansar.

Te levantaste con dificultad, pero no con menos urgencia, pues no sabías cuanto tiempo tendrías para ponerte a salvo. Cojeando un poco te acercaste a la pared del primer bloque, tenía unas ventanas rotas que mostraban un largo pasillo con unas puertas de madera cerrada, los demás bloques de edificios estaban conectados por un pequeño camino de piedras que era levemente cubierto con la hierba que crecía.

Apresuraste tu paso, el ruido de las piedras crujir debajo de tus pies, el aire helado entrando en tu nariz y la percepción de la realidad en la que te encontrabas. Seguías la indicación de Barnaby, tal vez al encontrar a Wally conseguiría escapar de este lugar.

Un estruendo vino desde unos metros atrás, exaltándote de inmediato.

Te agazapaste al doblar la esquina, con la espalda pegada a la fría superficie de la tapia, mientras tus dedos instintivamente se cerraban alrededor de tu boca para sofocar cualquier sonido inadvertido. Un escalofrío recorrió tu espina dorsal, el aire se volvió más denso, y el susurro del viento adquirió un tono siniestro.

Con meticulosidad, permitiste que tu mirada se deslizara lentamente por el rincón, temeroso de que algo te observara desde la oscuridad. Cada movimiento estaba cargado de tensión, y tu corazón latía en tus oídos como un tambor frenético. Te asomaste apenas, con la precaución de quien sabe que está al borde de lo desconocido, deseando fervientemente no ser descubierto por lo que acechaba en la penumbra.

Caminando no muy lejos volviste a ver esa figura que los había perseguido en el bosque, se miraba inmensa, parecía que la sombra solo lo hacía ver más colosal a diferencia de minutos antes que no lograbas distinguir sus detalles por la persecución en medio del bosque, ahora con más claridad por la luz de la luna, desearías haber gritado cuando Barnaby te llevaba a cuestas porque en ese instante deseabas con todas tus fuerzas hacerlo.

Apartaste la mirada volviendo a recostarte, soltando unas cuantas lágrimas. Te armaste de valor para continuar adentrándote, esta vez con paso más lento. Avanzaste un poco y volviste a ver la luz de aquel bloque lejano, no había certeza alguna de si debías ir ahí, no obstante, te quedabas sin opciones y sin tiempo.

Mentalmente trazabas un laberinto estratégico para evitar que te encontrara. La danza furtiva entre cazador y presa se desplegaba en tu mente como un juego de gato y ratón, un paso erróneo y podría ser tu fin.

Solo restaba rodear un último edificio, pero una complicación se cernía en el horizonte nocturno. La distancia entre tu posición actual y el punto deseado se extendía como una abertura peligrosa, totalmente al descubierto. Además, la luz proveniente de la dirección que debías alcanzar revelaba una puerta imponente, de un azul intenso, con una barra de hierro en el centro. Contemplaste la estructura, percibiendo en su solidez una posible trampa. ¿Sería silenciosa su apertura, o resonaría como un eco desafiante en la quietud ? La incertidumbre añadía más dudas de tus decisiones a este punto.

Deberías haberlo pensado menos. En una de las paredes no muy lejos escuchaste de nuevo pisadas que se movían con cautela, esta vez no había oportunidad de vacilar, era ahora o nunca.

Saliste de tu escondite y te aligeraste a llegar a la puerta. Los pasos tranquilos que antes se escuchaban levemente se volvieron un frenesí mezclándose entre el silencio de la noche, no volteaste sabías que estaba detrás de ti.

Con la barra entre las manos empujaste la puerta que se abrió gracias al impulso de tu peso sobre este, ingresaste al interior cerrando la puerta con fuerza provocando un gran estruendo, con tu mano tanteaste una perilla, presionaste el botón con manos temblorosas asegurando la puerta. Volviste a respirar con tranquilidad apoyando tu frente en el frio metal.

Luego retrocediendo examinaste el lugar, era un pasillo con varios tubos en el techo, tenía pocas luces, lo poco que se podía apreciar eran las paredes algo rotas como si un gran maso los hubiera agrietado. De pronto una sombra se coló tocando tus pies, venían desde afuera, alguien estaba parado, del otro lado sin moverse, no se escuchaba nada.

Una gota de sudor resbalo de tu frente, no podía entrar, estabas seguro ¿verdad?.

Te giraste para caminar por el pasillo volteando a ver de vez en cuando hacia atrás para asegurarte de que la entrada siguiera cerrada.

Es hora de encontrar a Wally.


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Bajo el Manto de la Máscara: Los Secretos de Welcome Home ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora