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Siempre imaginó que su matrimonio seria con alguna chica de la ciudad, quizá una florista o una repostera, pero ya a sus veinte años, ninguna doncella le había parecido lo suficientemente interesante o tal vez él no era el que llamaba la atención. Luego estaba su padre adoptivo, buscando un acuerdo con otros reinos vecinos a Dressrosa. Doflamingo había matado al rey anterior y aunque llevaba diez años con relativa paz, ya nadie aceptaba la propuesta. Escoger esposa no le había funcionado, buscar un esposo tampoco, porque todos le parecían idiotas, impulsivos y molestos, que solo querían ser de la familia por amor a Doflamingo, y lo último que Law quería era tener a otro lameculos del odioso padre que soportaba solo por Cora-san, a quien si quería y admiraba. Cerró su libro, mirando su reflejo en la ventana: cabello negro, despeinado, ojos deslucidos y cansados, con ojeras, arqueó las cejas algo preocupado, ¿Realmente iba a casarse con un desconocido? Si, sonaba extraño, pero los matrimonios arreglados entre la alta sociedad, eran mas que nada por apellidos y posición, aunque en el caso retorcido de Doflamingo, aún cuando el reino lo ignoraba, lo cierto es que él había tomado por esposo a su propio hermano. Si, "Cora-san", como apodaban a Rosinante, era el hermano menor del rey.

Su familia biológica murió hace años, él estuvo enfermo por meses y casi comparte el mismo destino, pero con los cuidados de Cora-san logró sobrevivir. Lo adoptaron cuando tenía diez años, habían más niños, pero solo a él, baby y Monet les dieron el estatus de hijos, aunque Law no usaba el apellido "Don Quixote", lo que siempre le ocasionaba discusiones con Vergo-san y Doffy.

Su novio era un adolescente, dieciséis años, hijo de una familia aristócrata, que tenía la fama de ser muy complicada, incluso sus empleados lo comentaban... De seguro ese chico era un malcriado, el típico niño rico odioso que no soportaba. Habían viajado desde el Reino de Goa, a más de un mes de viaje en barco y ya estaban esperando en la mansión de visitas, lo único que le quedaba era ser desagradable, luego de la ceremonia, para que su esposo huyera. La sirvienta tocó su puerta. Sus padres esperaban en el carro abajo. Volteó hacia el espejo y arreglo su traje, recogiendo el ramo de rosas, que iba a entregar a su prometido. Bajó la escalera, despacio, sintiendo que cada paso lo llevaba a un funeral, al menos ya tenía el traje, ¿no? Rosinante subió unos escalones, para pasar su mano por el cabello de Law, intentando acomodarle el cabello azabache, con un gesto de dulzura en su rostro. Law hizo el esfuerzo de sonreír de vuelta.

Puede hacer eso por si mismo—, reclamó Doflamingo, desde el umbral de la puerta, con su gabardina en mano, esperando—. Tienes una hora para que veas a tu novio y ensayar los votos.

Law rechisto molestó, ¡Ah, si! No era una cita de convivencia, era un ensayo directamente para una boda que se planeó esa misma mañana, al parecer la familia del mocoso estaba desesperada por casar a su hijo, definitivamente debía ser una "joyita", si nadie mas lo había cortejado o no le habían conseguido esposa a pesar del apellido y la posición, ¡Estaba jodido! El ensayo sería en una hora y la boda luego. Una hora. ¿Quién se casa con alguien que no conoce en una hora? ¿Romeo y Julieta? Esos al menos tuvieron tres días, aunque terminaron muertos... Nada alentador.

Recuerda sonreir—, aconsejó Doflamingo, con tono burlón—, o al menos finge un poco,  no sabes cuánto dinero me costó tu esposo...

Sonreír no es mi especialidad—, susurró Law, aburrido, saliendo por la puerta, que el mayordomo ya había abierto de par en par.

Rosinante se encogió de hombros, intentando distraer a su esposo, que estaba comenzando a enojarse por el desdén de Law.

"Zafiro" | OPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora