1.

465 53 7
                                    

Katsuki se despertó abruptamente al sentir un ligero movimiento en la cama. Abrió los ojos con dificultad, parpadeando contra la débil luz del amanecer que entraba por la ventana. Con la visión algo borrosa, tardó unos segundos en orientarse y darse cuenta de dónde estaba. A su lado, la cama aún estaba caliente, pero la figura que había pasado la noche con él ya no estaba acostada.

A medida que su visión se aclimataba, lo primero que vio Katsuki fue la espalda del omega, sentado al borde de la cama, vistiendo su ropa. El cabello bicolor del omega era inconfundible; una mezcla intrigante de blanco y rojo, como un contraste perfecto en medio de la suavidad de la luz matinal. Estaba concentrado en abotonarse la camisa, con dedos ágiles pero ligeramente temblorosos, quizás por el frío o los vestigios de la noche anterior.

La habitación estaba en silencio, excepto por el suave sonido de la respiración de ambos y el ligero roce de las ropas del omega. Katsuki sintió una mezcla de emociones invadirlo: confusión, curiosidad y un vestigio de deseo que aún flotaba en el aire después de la intensa noche que compartieron. Se apoyó en el codo, observando al omega con más atención.

Cuando el omega terminó de abotonarse la camisa, se levantó de la cama. Katsuki notó que aún llevaba puesta solo la parte superior de su ropa, con una bóxer que apenas cubría su piel pálida marcada por los vestigios de la noche anterior. Katsuki no pudo evitar apreciar la imagen ante él. Los músculos esculpidos de las piernas y el suave contorno de las caderas del omega eran un contraste perfecto.

El omega se agachó para recoger sus pantalones del suelo. Al levantarse y girarse, se encontró con Katsuki, quien lo observaba con una sonrisa juguetona en el rostro. Los ojos de Katsuki brillaban con una mezcla de diversión y algo de deseo por más.

― Pensé que seguirías durmiendo ― dijo el omega con calma, aunque hubo una ligera vacilación en su voz. Empezó a ponerse los pantalones, tirando de ellos hacia arriba.

Katsuki lo miraba fijamente, disfrutando cada detalle de ese momento. ― Es difícil dormir cuando te mueves tanto ― respondió Katsuki, con la voz aún ronca de sueño pero con un toque de diversión. ― Además, no quería perder la maldita oportunidad de verte así ―

El omega rodó los ojos pero no evitó la mirada de Katsuki. Terminó de ponerse los pantalones y ajustó la cintura, de pie al lado de la cama.

― Bueno, espero que la vista haya valido la pena ― dijo el omega, mientras cerraba el cierre del pantalón.

Katsuki rió suavemente, el sonido bajo y casi íntimo. ― Ah, valió mucho la pena, maldita sea ― dijo, con los ojos aún fijos en el omega.

El omega apartó la mirada por un momento, una expresión pensativa cruzando su rostro antes de agacharse para recoger los zapatos. Los colocó metódicamente, primero uno y luego el otro, atando los cordones. Katsuki observaba cada movimiento, intrigado por la calma y serenidad del omega.

― ¿Cuál es tu nombre? ― preguntó Katsuki, la curiosidad evidente en su voz. ― ¿Y podré encontrarte más veces? ―

― Creo que no... ― El omega terminó de atar el segundo zapato y se puso de pie, enderezándose. Le lanzó una mirada breve a Katsuki, sus ojos heterocromáticos brillando con una mezcla de emociones. ― Tengo que trabajar ― dijo, con voz firme pero amable. ― Probablemente no tendré más tiempo para fiestas o noches... calientes ―

Katsuki soltó una risa baja. ― ¿Trabajar? ¿Cuántos años tienes? ―

El omega arqueó una ceja, una sonrisa enigmática jugando en sus labios mientras terminaba de arreglarse. Luego se enderezó completamente, mirando directamente a Katsuki. ― Tengo treinta y tres años ― dijo con tranquilidad.

Katsuki parpadeó, sorprendido. Examinó al omega con nuevos ojos, tratando de conciliar la apariencia joven y vibrante con la edad que acababa de revelar. ― Treinta y tres ― repitió Katsuki, aún procesando la información. ― Esa mierda no puede ser verdad. Tengo diecinueve y pareces más joven que yo ―

El omega simplemente sonrió, una sonrisa que parecía llevar consigo una sabiduría y experiencia que Katsuki apenas estaba comenzando a comprender. ― La edad es solo un número ― dijo suavemente, recogiendo sus cosas y preparándose para salir.

Comenzó a caminar hacia la puerta del motel, sus pasos firmes pero silenciosos sobre la alfombra gastada. Katsuki lo observaba, cada movimiento del omega grabándose en su memoria. Cuando el omega llegó a la puerta, la abrió lentamente, dejando que la luz del pasillo se filtrara en la habitación apenas iluminada. Antes de irse, el omega giró el rostro, sus ojos heterocromáticos encontrando los de Katsuki una última vez.

― ...Mi nombre es Shoto ― dijo él, con voz baja pero clara ― Shoto Todoroki. Y esto no volverá a suceder ―

Katsuki abrió la boca para responder, para protestar, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta. Antes de que pudiera articular alguna respuesta, Shoto ya había salido, la puerta cerrándose suavemente detrás de él. El sonido del pestillo resonó en la habitación silenciosa, dejando a Katsuki solo con sus pensamientos y una sensación de pérdida inesperada.

Katsuki suspiró profundamente mientras se recostaba de nuevo en la cama, con la mirada fija en el techo desgastado de la habitación del motel. La suave luz de la mañana iluminaba el espacio de manera casi onírica, pero su mente estaba lejos de cualquier tranquilidad. En cambio, estaba sumergido en los recuerdos vívidos de la noche anterior.

Cada detalle volvía a su mente con una claridad desconcertante. Recordaba cómo todo comenzó en la fiesta, un encuentro casual que rápidamente se transformó en intercambios de miradas ardientes y una atracción imposible de ignorar. Cuando finalmente llegaron a la habitación del motel, la tensión entre ellos estalló en un frenesí de pasión.

Katsuki cerró los ojos, reviviendo los momentos en que sus manos exploraron el cuerpo del omega, sintiendo cada línea de sus músculos bajo la piel caliente. Podía escuchar los gemidos de Shoto, bajos y roncos, pidiendo más con cada toque, con cada beso. La forma en que el omega arqueaba la espalda, entregándose por completo, su voz suplicante resonando en los oídos de Katsuki.

"¡Más rápido, Alfa!"

"¡Tócame, casi estoy ahí!"

"Mhm... ¡Alfa!"

"¡Mierda! ¡Ahmn!"

― Mierda ― murmuró para sí mismo, una leve sonrisa jugueteando en sus labios mientras recordaba los gemidos de Shoto. ― Este maldito... realmente sabía lo que hacía. ―

La imagen de Shoto, con sus ojos brillantes y su sonrisa irónica cuando Katsuki lo provocaba, era tan vívida que casi podía sentirla. Se volteó en la cama, cerrando los ojos por un momento para absorber la sensación de calor y deseo que aún lo envolvía.

― Carajo... ― murmuró ahora más para sí mismo que para cualquier otra persona. ― Una sola vez. Nunca encontraré a alguien como él de nuevo.

Una mezcla de frustración y aceptación se apoderó de él. Sabía que la noche con ese omega no se repetiría, que las circunstancias que los habían unido eran fugaces e irrepetibles.

― Ahora solo me queda conformarme con esta noche ― concluyó, decidido a dejar que Shoto Todoroki fuera un recuerdo intenso y fugaz en su vida.

Con un último suspiro, Katsuki se levantó de la cama, decidido a enfrentar el día que se desplegaba ante él.

Nadie Puede SaberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora