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Bakugou caminaba rápidamente por las calles que llevaban a la universidad, el ritmo de sus pasos reflejaba la urgencia que sentía. Había despertado tarde, algo completamente anormal para él, y la frustración se acumulaba en su pecho. El motivo de este desorden interno estaba claro en su mente: desde aquella maldita noche con el omega Shoto, no podía sacarse al hombre de la cabeza, y eso lo estaba volviendo loco.

― Mierda, esto no es normal ― murmuró para sí mismo, apretando los puños mientras aceleraba el paso. El viento matinal azotaba su rostro, pero no hacía nada para aclarar sus pensamientos tumultuosos.

A su lado, sus amigos Hanta Sero y Denki Kaminari lo seguían, con una expresión de diversión evidente. Ambos habían notado el cambio en Katsuki desde esa noche y, a pesar de sus intentos por disimularlo, había dejado escapar algunas pistas sobre el encuentro.

Denki, con su sonrisa burlona, no pudo resistirse a picarlo una vez más. ― Oye, Bakugou, entonces, ¿quién era el omega que logró afectarte tanto? ―

Katsuki lanzó una mirada irritada a Denki, pero el brillo de curiosidad en los ojos de su amigo no desapareció. Hanta, por su parte, intentaba parecer más serio, pero la sonrisa en sus labios delataba su diversión.

― Vamos, amigo ― animó Hanta ―. Nunca has sido de los que se dejan afectar por nadie. ¿Quién es ese omega que te tiene tan... diferente? ―

― No es asunto de ustedes ― gruñó Katsuki, intentando mantener la voz firme mientras la imagen de Shoto invadía una vez más su mente. ― Solo... olvídenlo, ¿vale? ―

Denki rió, claramente sin intimidarse. ― No se puede olvidar algo tan grande, Bakugou. Prácticamente tienes un letrero en la frente que dice 'enamorado'. ―

Katsuki se detuvo repentinamente, haciendo que sus dos amigos casi chocaran con él. ― ¿Enamorado? ¿Están locos ustedes dos? ― Sacudió la cabeza, tratando de alejar la idea. ― Fue solo una noche. Solo... diferente, eso es todo. ―

Hanta cruzó los brazos, observando atentamente a Katsuki. ― ¿Diferente cómo? ―

Katsuki vaciló, sintiendo cómo el calor le subía por el rostro. No era propio de él mostrar vulnerabilidad, pero algo en sus amigos le hizo querer desahogarse, aunque solo un poco. ― Él... él fue el mejor omega con quien tuve sexo ― admitió, su voz cargada de reluctancia. ― Mierda, me volvió loco. La forma en que se movía y hacía las cosas...

Hanta y Denki se detuvieron por un momento, sorprendidos. Luego, como si lo hubieran planeado, comenzaron a reír. Sus risas resonaron por las tranquilas calles, haciendo que Katsuki apretara los puños, su expresión endureciéndose.

― Carajo, Bakugou, ¿en serio estás diciendo eso? ― dijo Hanta, aún riendo.

Denki negó con la cabeza, incrédulo. ― Tú, el gran Bakugou, ¿derrotado por un omega? ¡Es hilarante! ―

Katsuki gruñó molesto, un rubor visible tiñendo sus mejillas. ― Cállate, idiota. No tiene gracia. ―

Denki intentó contener su risa, pero la expresión de Katsuki solo hacía todo más cómico. ― Lo siento, lo siento ― dijo, levantando las manos en señal de paz. ― Es solo que... es sorprendente, ¿sabes? Nunca hablas así de nadie. ―

Hanta asintió, todavía con una sonrisa en el rostro. ― Realmente te dejó impresionado ese omega en la cama, ¿eh? ―

Katsuki bufó, su frustración alcanzando el punto máximo. ― Ya no hay vuelta atrás ahora ― dijo, con voz cargada de irritación. ― Nunca más volveré a ver a ese omega ―

Denki y Hanta se miraron el uno al otro, pero antes de que pudieran responder, Katsuki se dio cuenta de que habían llegado a la universidad. El campus estaba lleno de actividad, con estudiantes yendo y viniendo, cada uno con sus propias preocupaciones y rutinas. Sabía que era hora de separarse de sus amigos, ya que cada uno asistía a cursos diferentes y solo tenían clases juntos ocasionalmente.

Denki sonrió, tratando de aligerar el ambiente. ― No te preocupes, Bakugou. Después de las clases, te ayudamos a encontrar a tu amor perdido. ―

Hanta, riendo, le dio una palmadita en la espalda a Katsuki. ― Sí, no vamos a dejarte escapar tan fácilmente de ese omega. ―

Katsuki gruñó entre dientes. ― ¡Aquí no hay maldito amor, idiotas! ― Levantó la voz, atrayendo algunas miradas curiosas de otros estudiantes. ― ¡Solo fue una noche! ¡Una jodida noche! ―

Denki levantó las manos en señal de paz, todavía sonriendo. ― Está bien, está bien, entendemos. Sin amor, solo diversión. ―

Hanta asintió, retrocediendo un paso. ― De acuerdo, Bakugou. Nos vemos después. Buena suerte con las clases. ―

Con un último gesto, Denki y Hanta se alejaron, dejando a Katsuki solo. Él respiró profundamente, intentando calmarse. El recuerdo de Shoto aún ardía en su mente, pero sabía que ahora tenía que concentrarse en las clases.

― Idiotas ― murmuró para sí mismo, ajustando la mochila sobre el hombro. ― No saben nada. ―

Bakugou respiraba profundamente mientras caminaba rápidamente hacia el edificio de su primera clase. El peso de su mochila parecía duplicarse con cada paso, el eco de sus pasos resonaba en los pasillos vacíos. Sabía que llegaba tarde y ese conocimiento solo aumentaba la presión en sus hombros. Algunos profesores eran inflexibles con la puntualidad, mientras que otros parecían no importarles la falta de la misma.

Al llegar a la puerta del aula, Katsuki se detuvo por un momento para recuperar el aliento antes de girar el picaporte. Entró en la sala y cerró la puerta suavemente tras de sí, tratando de pasar desapercibido, aunque sabía que era demasiado tarde.

Cuando Katsuki levantó la vista y vio la espalda del profesor, su corazón dio un vuelco. Reconoció de inmediato esa figura, esa postura.

Era Shoto. Shoto Todoroki.

El mismo omega que había revuelto sus sentidos y dejado una marca indeleble en su mente desde aquella intensa noche.

Shoto estaba de espaldas a la clase, explicando algo en la pizarra, y Katsuki sabía que necesitaba recomponerse rápidamente. Dio unos pasos cautelosos hacia su asiento, tratando de ignorar las miradas curiosas de sus compañeros.

― El equilibrio entre la dosis de los medicamentos y los efectos secundarios es fundamental para el éxito de cualquier tratamiento. En la práctica médica, debemos considerar no solo la eficacia del medicamento, sino también la tolerancia del paciente y los riesgos asociados. Esto significa... ― Cuando Shoto finalmente se giró para ver quién había llegado, se quedó en silencio al ver quién era.

Sus ojos se encontraron con los de Katsuki, y por un breve momento, ambos parecieron atrapados en esa mirada. El corazón de Katsuki latía fuerte en su pecho mientras intentaba controlar la avalancha de pensamientos que surgían con ese encuentro inesperado.

Después de un instante, Shoto aclaró suavemente la garganta, rompiendo el tenso silencio. Su voz era calmada y autoritaria cuando dijo: ― ...Llegas tarde.

Katsuki bufó, la irritación aún evidente en su voz. ― Mi despertador no sonó ― murmuró, sintiendo el peso de la responsabilidad por el retraso.

Shoto asintió comprensivamente. ― Entiendo. Por favor, siéntate para que podamos continuar.

Katsuki asintió en silencio y se dirigió a su asiento, tratando de ignorar las miradas curiosas de los otros estudiantes. Se sentó, con los pensamientos girando descontroladamente en su mente. El encuentro con Shoto en esa situación tan inesperada planteó una serie de preguntas que no podía ignorar.

Mientras Shoto volvía a la pizarra y continuaba escribiendo, Katsuki lo observaba con una mezcla de fascinación y confusión. El omega que lo había intrigado no era solo un encuentro casual de una noche. Ahora era su profesor, y eso complicaba todo.

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⏰ Última actualización: Jun 23 ⏰

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