Capítulo 2: ¡No miento!

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Llegué a la cede con Kyōjurō mientras platicamos de sus gustos por la comida y otra cosas. ¿Qué indagué? A Kyōjurō le gustan las batatas fritas y los cerezos.

Se me hace increíble que alguien como él, tan fuerte y tan... Valiente, pueda tener gustos tan sencillos. Tiene un buen corazón.

Kyōjurō, ¿Qué más te gus... Nos quedamos petrificados al ver a los kakushi cargando una camilla con un cuerpo, ya sabíamos quien era.

Su capa a llamas caía a los lados de la camilla y los kakushi iban llorando en silencio. Pero, me desgarró el alma al ver a los chicos de antes llorar con amargura. El de amarillo iba protegiendo una caja de madera, el de cabeza de jabalí iba berreando diciendo que tenían que ser más fuerte y Tanjiro...

Su mirada vacía y distante hacia el suelo o un punto muerto frente a él. Las lágrimas caían por si solas por sus mejillas y no emitía sonido alguno. Estaba perdido... Se sentía perdido... ¿Alguien se habrá sentido así cuando morí? ¿Si habrá alguien que me extraña y quisiera verme una vez más?

Suspiré con tristeza y frustración, mas la mano de Kyōjurō me trajo de vuelta y susurró sigamos.

Lo miré y asentí mientras todos pasaban en silencio.

Llegamos a la casa de Oyakata-sama y todo estaba tranquilo. Se sentía la tristeza pero a la vez, esperanza de que todo iba a estar bien, más ese sentimiento de pérdida era palpable.

Kyōjurō me guió por el lugar, hasta dar con un hombre de cabello negro, un haori que se degradaba de blanco a color lila y sus ojos estaban lastimados, o esa fue mi impresión.

Oyakata-sama hizo una reverencia y el hombre seguía disfrutando del día. Respiré hondo y susurré ¿Oyakata-sama?

El hombre abrió los ojos de par en par sorprendido y miró a dónde escuchaba mi voz, una mujer lo protegió con su cuerpo y sonreí. Perdonen mi atrevimiento, vengo a dar un mensaje por parte de Kyōjurō Rengoku. Sonreí y la mujer bajó un poco su guardia y aquel hombre solo sonrió.

¿Quién eres, pequeña? Susurró o eso me pareció escuchar. Su voz era muy tranquila.

Soy Nozomi Kendo. Una reverencia. Soy... Una amiga de Kyōjurō. Me ofreció un lugar a su lado y me senté sobre mis muslos a un lado de él.

¿Qué tienes para mí, pequeña Nozomi? Dijo con calidez.

En sí, no es un mensaje, es más bien, un deseo. Dije algo nerviosa y respiré hondo él y yo hicimos un tipo de pacto... Yo lo ayudaría a defender a los suyos después de su partida. Puse mi frente contra el piso sobre mis manos. Por favor, déjeme cumplir su voluntad. Si quiere que haga algún examen o reto, lo haré dije decidida y Oyakata-sama sonrió.

No es necesario, conozco este tipo de juramentos. O mejor dicho, últimos deseos. ¿acaso eres un alma en pena? Dijo viéndome... O así parecía.

N-no sé si sea un alma en pena, pero debo cumplir su voluntad. Déjeme ser de ayuda, se lo ruego susurré haciendo otra reverencia y me levantó del suelo con sus dedos bajo mi barbilla.

Ve, cumple su voluntad., no dejes que nada ni nadie te detenga, hija mia. Cuídate y siempre lleva contigo a ese jovencito intrépido. Reía levemente que tiene una energía inigualable.

Miré a Kyōjurō a mi lado y sonreí definitivamente si te conoce reí levemente y cubrí mi boca, para ver a Kyōjurō haciendo un pequeño puchero y ríe después.

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