La querida mascota alienígena de Eden cambia de página inesperadamente, provocando el catalizador de la revolución en una sociedad moribunda.
El viejo mundo se ha ido, y también Rayman.
Su último amigo, Bullfrog, es también su mejor esperanza para...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El lugar estaba en silencio, excepto por la respiración de la mascota de Eden, tendido sobre la mesa de la sala de directivos. Sus ojos brillantes y desenfocados, Ramón suspiró, todavía estaba procesando las implicaciones de sus acciones. Ha matado al concejo de directivos de Eden. Los individuos quienes le dieron poder, fortuna, ¡Fama! Que salvaron su vida. Sus ojos vagaron hacia sus cuerpos sin vida, todavía caídos como muñecos de trapo en sus asientos. Por el otro lado...
No más matones sin rostro moviendo los hilos desde su castillo intocable. No más esconderse de la responsabilidad mientras los ciudadanos del Eden sufrían.
No más mentiras a los niños.
No más matar a los híbridos.
Ramón se estremeció. Ya no lo utilizarían para difundir su propaganda nunca más. Así como él había sido expulsado de su propio espectáculo, los llamados dioses de Eden habían sido... reemplazados.
El alien exhaló lentamente y se puso de pie. Unos cuantos pasos más adelante lo llevaron a la cabeza de la mesa. Era la silla del director. El ex director parecía absolutamente mediocre, con el cuerpo encorvado sobre el borde de la mesa. Hace unos momentos, esta misma persona pensó que saldría viva de esta habitación. ¿Después de lo que habían hecho? Una tonta demostración de entitlement*, en el mejor de los casos.
Ramón levantó su pie derecho y lo colocó sobre la cabeza del director. Miró hacia otro lado.
— Patético.
El pie levitante empujó el cadáver. El líder del consejo se resbaló de la mesa y cayó sin gracia de su silla. Su cuerpo cayó al suelo con un ruido sordo. El charco de sangre que previamente se había acumulado debajo de él manchó su túnica mientras tomaba su lugar de descanso final, arrugado en el suelo.
Ramón se burló, manteniendo la mirada apartada del cuerpo. Bajó de la mesa. El extraterrestre tomó el teléfono del director y se lo arrebató del cadáver. Lo examinó brevemente y luego marcó una secuencia de números. La pantalla de presentación de la sala de juntas se iluminó, mostrando un centro de opciones, algunas aparentemente disponibles sólo para los miembros del consejo. En la parte superior derecha del menú había un botón: "Abrir transmisión en vivo".
Los ojos de Ramón se iluminaron.
Navegó hasta la función de transmisión. En el menú desplegable había una opción denominada "transmitir a todas las señales". ¿Significaba esto que cualquier cosa transmitida desde este canal sería vista por cualquier persona con un dispositivo Eden? Recordó su trascendental conversación con la rana assassin, repitiendo una y otra vez una pregunta suya como un mantra: ¿Cuánto falta para que lo llamen terrorista?
Ahora mismo, pensó.
Ramón presionó el botón de transmisión.
Una ventana de grabación en vivo apareció en la pantalla. ¡Esta era su oportunidad de decir su parte! Respiró hondo, pero fue interrumpido por una advertencia familiar.
