"Alana Kingstown Matthew, había pasado toda su vida encerrada en una caja, literalmente, por lo que cuando al fin es liberada lo primero que hace es buscar su libertad, pero ¿qué hará cuando los problemas de los demás impidan que logré eso tan preci...
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Frío, el piso está frío, es lo primero que pienso al recobrar la conciencia, esto fuera algo normal si no fuera por el dolor punzante en mi cabeza, además de que hay agua roja en el piso por lo poco que he visto al abrir mis ojos, trato de abrirlos más pero los siento pesados.
Trato con más fuerza al recordar que mi madre ya llegó a casa, el miedo y la adrenalina hace que me levanté y mire hacia todo el lugar, la veo con una botella en el sofá, aparentemente del todo borracha.
Su mirada viaja hasta mí al darse cuenta que la estoy mirando, su mirada es vacía como siempre que está borracha, astuta e hiriente.
—Tu… Tu eres lo peor que me ha pasado ¿sabes? Tu y tu padre han hecho de mi vida una desgracia, yo era tan feliz hasta que me dijeron de tu existencia, creeme, si no fuera por qué no quería que nadie supiera de tu existencia en este inmundo pueblo no te hubiera tenido, mi reputación hubiera caído, ¡Tu asquerosa alimaña, desde el primer momento te odie! —Ella se levanta haciéndola lucir extremadamente alta, mi respiración se agita y siento mi cuerpo temblar al verla acercarse, mis piernas no se mueven.
Su mano se alza y cierro los ojos esperando el fuerte impacto, el cuál llega rápidamente, junto a una fuerte patada que hace que caiga al suelo, siento que me truena todo el cuerpo y hago lo de siempre, me hago bolita esperando que todo pare pronto. Luego de unos minutos siento que los golpes cesan, no se la razón pero aún así sigo quieta, escucho la voz de mi madre cambiar a la de una dulce melodía, alguien tocó a la puerta del sótano.
—¡Georgia! Amiga, rápido, al parecer viene el papá de la niña junto a un escuadrón de caballeros, los escuché cuando fui a buscar frutos en la entrada del pueblo, dijeron tu nombre y el de la mocosa, ¡Georgia! —La señora Iris, la única amiga de mamá y a la única que le ha contado de mi existencia, mi cuerpo se sacude al entender lo que significa, ¡Mi papá ya viene a por mi! Zack lo convenció.
Mi madre la puerta hecha una furia, Iris está ahí con su vestido de campesina, su pelo rubio recogido con una cinta adornando, sus grandes ojos marrones miran a mi madre con urgencia, su mirada se posa en mi un segundo antes de seguir hablando.
—¡Hay que recoger tus cosas, ya! Seguro ya están en caminó, de algo te servirá el antigüo pasadizo de esclavos de este chiquero. —Ella se adentra a la caja y empieza a buscar bolsas de lana.
—¿Cómo mierda se enteraría? Ese bastardo no me busco ni una sola vez luego de irse y ahora viene a volver a hacerme la vida imposible, tu monstruo, apúrate a ayudarme a recoger mis cosas, nos mudamos, solo recoge ropa. —Con todo mi cuerpo doliendome me levanto y trato de caminar hacia el ropero, agarró una de las bolsas que me tira Iris y colocó los vestidos que alcanzó, no era tanto así que terminamos rápido, lamentablemente.
Cuando terminamos mi madre toma dos bolsas y Iris igual, dejándome a mí con una y una pequeña bolsa donde tengo mi libro, hay un pequeño sonido arriba, lo que hace que Iris e mi madre se asusten y corran hacia el gran cuadro donde se oculta el pasadizo, ellas rápidamente logran abrirlo y jalarme hacia dentro de este, empiezan a caminar a un paso acelerando, las uñas de mi madre se incrustan en mi brazo y veo la salida eterna, quiero luchar y detenerme, decirle que quiero irme con mi papá, pero mi cuerpo no me obedece.
