Cap. 14 Una Triste Navidad

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En República Dominicana, el veinticinco de diciembre es una fecha especial, se celebra el nacimiento del niño Dios, día de navidad, no se 'trabaja', se come calentado, no se hacen oficios, las personas se pasan el día celebrando, bebiendo, disfrutando del tiempo en familia.

China era un país con costumbres muy diferentes, la navidad no era una fecha significativa para ellos como para los dominicanos, pero estaba más que seguro que no era de esta forma que se celebraba, que no era este ambiente el que se sentía un día como hoy, un día que Cheng no olvidara, no por las razones que me hubiese gustado.

Admito que desde que dijo que podíamos faltar al trabajo, hice unos pequeños planes mentales con los que sabia estaría de acuerdo, pero esos planes habían cambiado radicalmente.

Después de haberse repuesto un poco, Cheng estaba listo para irse, obviamente no dejaría se fuera así. Todo el ánimo fiestero de segundos antes había desaparecido, le quite las llaves y le dije que lo llevaría. Claramente, primero fuimos a mi departamento para que se cambiara, y allí, estando los dos solos, me abrazo y aunque no derramo lágrimas supe que estaba roto, así que lo abrace de vuelta lo más fuerte que pude.

El barrio donde vivían sus padres no era un barrio pobre, pero conservaba su apariencia antigua: casas de madera de un solo nivel pero alargadas, con pisos de madera también, cobijadas en tejas. Todas las casas tenían el mismo color, estaban separadas por muros de madera.

Quise irme enseguida, pero Cheng me pidió que no lo hiciera, que me quedara con él, no estaba seguro, este era un momento familiar y yo no era parte de la familia. No sé si era porque estaban esperando esto, pero aunque sus ojos y semblantes reflejaban el dolor de su perdida, no hubo lágrimas derramadas.

Volví a ver a la señora Zhu, pues la había visto en el pasado en varias ocasiones. Pensé que me gritaría y echaría, pero fue muy amable, y me pregunto si sabría de los gustos de su hijo ¿Le había hablado él de mí?

Como era de esperarse, aunque me quede en aquella casa, fui más un ornamento que otra cosa, no me involucre en nada, no por descortesía, sino porque las culturas eran muy diferentes, este momento, aunque era triste, era íntimo, intrusos como yo no podían involucrarse.

Ya casi amanecía cuando Cheng entro a la habitación que me había prestado, era suya, lo sabía por los objetos que contenía, y las fotos, y claramente se veía que no la ocupaba hace un tiempo.

Cheng se veía tan frágil, como un niño perdido. Se dejo caer en la cama, mirando el techo, no dijo nada y yo tampoco lo hice, solo me acosté a su lado. Luego de unos minutos se giró y me abrazo, lo aprete contra mí, abrazándolo fuerte, pronto inicio su llanto silencioso, y que a mí me partía el alma.

La verdad no creía que lloraría, cuando lo veías no te daba el aspecto de ser un hombre frágil, y también lo creía por lo que había escuchado sobre el sentimentalismo y los asiáticos, donde se veía como debilidad mostrar las emociones, donde los padres eran muy estrictos con sus hijos y no fomentaban un lazo emocional. Pero no todo lo escuchado resulta ser verdad, y al ver y sentir de cierta forma el dolor de Cheng, sabía que estaba lejos de ser cierto, el Señor Zhu parece haber sido un buen padre. Cheng pocas veces mencionaba aspectos de su relación familiar, pero obviamente no era mala, y él amaba y respetaba a sus padres.

Después de unos minutos su cuerpo dejo de temblar, lo acune un poco más, no veía su rostro pero sabía que no estaba durmiendo, y yo quería que descansara.

—No te vayas, no me dejes —el tono de su voz hizo doler todavía más mi corazón, lo apreté un poco más, y besé su cabeza.

—No me iré, me quedaré aquí contigo. 

Mi Primer Amor (Boys Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora