Día 11

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Narrador

Aquino y Duxo, los dos como en los viejos tiempos, en la dungeon del cielo.

Los ravagers, endermans y piglins fantasmales eran las criaturas que más se aparecían por el cielo.

Para Duxo y Aquino, esto era un poco difícil, especialmente por los ravagers y piglins fantasmales.

Solo para llenar el recolector de almas más rápido, Duxo se adelantó, burlándose de su amigo que era lento. A pesar de que la muerte acechaba, el palomo no dejaba atrás sus bromas.

-¿Qué pasó, Aquinin? -dijo con una sonrisa, seguido de una carcajada.

-Duxo, no creo que sea buena idea que te adelantes -respondió con preocupación.

-No pasa nad- Fue interrumpido por la embestida de un ravager.

Empujándolo hacia la niebla, se escuchó un tótem, después dos tótems.

Aquino, con mucha preocupación por su amigo, se acercó a la niebla, gritando el nombre de Duco, pero no obtuvo respuesta.

Buscó desesperadamente al palomo durante 10 minutos, pero nada...

Era como si aquella niebla se lo hubiera tragado.

Hasta que la pantalla de su brazalete se tornó en rojo, anunciando la muerte del palomo.

El castaño quedó completamente en shock, las lágrimas se hicieron presentes, y agachó la cabeza mirando al suelo.

No tuvo tiempo para pensar en su mejor amigo caído, porque aparecieron 2 ravagers, 3 endermans y 6 piglins.

Aquino atacó primero a los ravagers con su arco, matándolos, y luego hizo lo mismo con los endermans.

Los piglins fueron más difíciles. El primer piglin atacó, clavando su hacha en el hombro del castaño; este aprovechó para hacer un corte vertical en el abdomen del piglin.

El segundo piglin corrió hacia él y atacó, dirigiendo su hacha a la cabeza del castaño.

Aquino se protegió con su antebrazo; el hacha perforó la piel y el músculo, llegando al hueso. El castaño pateó al piglin y luego le cortó la cabeza.

El hacha quedó incrustada en su antebrazo. Aquino la retiró y comió una manzana de oro.

Los demás piglins atacaron en conjunto. Aquino se defendía como podía.

Un piglin lanzó su hacha, clavándose en el pecho del castaño. Otro piglin aprovechó y atacó su cuello.

Después de unos minutos, Aquino pudo acabar con los piglins restantes. Herido y agotado, se sentó y llamó a Loco para que le hiciera TP.

Una vez este dijo TP, apareció en la base. Locochón quedó sorprendido y preocupado por el estado de su amigo.

Al castaño no le importó mucho. Se fue a su casa, subió a su habitación, y allí estaba Kendo esperándolo.

El rubio se acercó a Aquino con mucha preocupación.

-¡Aquino! ¿Qué te pasó? -comenzó a examinar al castaño con rapidez.

-¿Tienes una manzana de oro? -preguntó con calma.

-Sí-sacó una manzana y se la entregó, mirándole fijamente.

-Gracias -la comió con mucha calma, sin preocupación, mientras el rubio lo miraba sorprendido.

Las heridas se cerraron y curaron, dejándolo completamente nuevo.

Se quitó su armadura y se acostó en su cama. Los ojos le pesaban mucho y su mente estaba completamente en blanco, quedándose profundamente dormido.

Kendo quedó confundido por la actitud del castaño, pero solo suspiró y pensó que estaría así por la muerte del palomo.

Así que igualmente se acostó en la cama, abrazó el pecho del castaño y escuchó el latir de su corazón.

Por alguna razón, el sonido del corazón de su amado lo relajaba, haciéndolo caer dormido también.


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×ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ ꜱɪɴ ᴀʟᴍᴀ×[ᴋᴇɴᴅᴏ x ᴀQᴜɪɴᴏ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora