Día 21

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Narrador

Sentado en una silla en medio de la nada, el castaño observaba la figura tétrica de Reviil, quien se encontraba al otro lado de una mesa grande. La sonrisa siniestra de Reviil contrastaba con su tono enojado.

-Sabes que has roto el trato que teníamos, ¿verdad?-dijo Reviil con furia.

-Sí, ¿algún problema?- respondió el castaño con valentía.

-No te hagas el valiente, muchacho, o ¿quieres que te recuerde de lo que soy capaz?- exclamó Reviil, golpeando la mesa con fuerza.

-Inténtalo- retó el castaño, levantándose de su silla y alzando la voz.

En un parpadeo, Reviil sujetaba al castaño por el cuello.

-Parece que no te importa morir-dijo, apretando cada vez más fuerte el cuello de Aquino.

El dolor y la falta de aire asfixiaban a Aquino, pero eso no le impidió esbozar una sonrisa burlona.

Reviil notó esto y lo soltó, dejando que Aquino respirara desesperadamente.

-Bueno, ya que no tienes miedo- dijo mirándolo seriamente- te propongo otro trato que no podrás rechazar- levantando a Aquino del suelo.

Reviil se sentó de nuevo e hizo señas al castaño para que también lo hiciera, lo cual Aquino obedeció.

-Mi trato es...-no pudo terminar porque fue interrumpido.

-No lo acepto- soltó Aquino, decidido y sin pensar.

-Dije que no podrás rechazarlo- replicó Reviil. Sobre la mesa apareció una especie de ventana
-¿Sabes lo que puedo hacer con esa cicatriz que recorre todo su abdomen?- dijo, sonriendo siniestramente.

Aquino se acercó y se quedó paralizado al ver lo que había detrás de la ventana: su amado rubio.

El payaso alzó un dedo, haciendo que el rubio comenzara a retorcerse de dolor.

-Ok, ok, ok, acepto, pero no lo lastimes más- dijo con preocupación.

Rió el payaso. -Ni siquiera tuve que explicarte el trato.-

-Bueno, ¿qué quieres?- preguntó el castaño, con una mirada seria y de enojo.

-Pues esta vez, en lugar de matar a Eon, quiero que lo captures y me lo traigas. Un trato simple, ¿no?-

El castaño se quedó callado. Revill se acercó y le dio palmaditas en la cabeza.

-Se que lo entenderías. Buen chico- dijo con una sonrisa, seguida de una carcajada.

Aquino sintió las palmaditas en su cabeza como un veneno ardiente que le carcomía el orgullo. Reviil se alejó de él, sonriendo con satisfacción.

-Perfecto. Sabía que comprenderías la situación- dijo Reviil, disfrutando cada palabra.

-Pero ¿Por qué yo?- Dijo Aquino

-Por que fuiste el único imbecil que cayó en mi trato. Sabes las personas a veces, cuando están a punto de morir no piensan más que salvarse a sí misma y eso fue justo lo que hiciste idiota- Sonriendo volteandose

De repente, unas cadenas negras y brillantes aparecieron alrededor de las muñecas y el cuello de Aquino. Las cadenas eran pesadas, y Aquino podía sentir su presencia, aunque pronto desaparecieron, dejando sólo un leve ardor en su piel.

×ᴜɴ ᴀᴍᴏʀ ꜱɪɴ ᴀʟᴍᴀ×[ᴋᴇɴᴅᴏ x ᴀQᴜɪɴᴏ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora