ꜱʜᴀʀᴇᴅ ᴅʀᴇᴀᴍꜱ ➫ ᵈᵘˣⁱⁿᵒ [CANCELADA]

ᴅᴜxᴏ

Un insulto escapó de los labios de Duxo, un chico azabache inmerso en una partida de Bedwars.

—¡Duxo! ¡Mamá dice que nos vamos al centro comercial a comprar ropa! —llamó su hermano menor, Robert.

—¡Ya... espera que me cambio! —Gritó Duxo, apagando su PC antes de dirigirse a su armario en busca de un suéter gris y unos jeans negros.

—Listo. —Dijo Duxo al salir de su habitación y bajar al piso inferior, donde su madre y su hermano menor, Robert, lo esperaban.

—Ya te estabas tardando. —Comentó Roberto con una risita silenciosa.

Duxo se acomodó en el coche. Aunque hacía bastante calor en new york, se negaba a quitarse el suéter; no quería arriesgarse a quemarse la piel y ponerse rojo.

Finalmente, llegaron al centro comercial.

—Duxo, ve por tus ropas, por favor. Que sean bonitas para el invierno y algunas por si hace calor, y también para Nochebuena, ¿entendido? —pidió su madre mientras entregaba unos 200 dólares.

—Sí. —Respondió Duxo, recibiendo el dinero antes de alejarse.

—Vamos, Robert. —Dijo su madre, dirigiéndose a la sección de ropa infantil.

—¿Remeras y camisas que no sean suéteres? —se preguntó Duxo mientras se dirigía al local.

—Haber, para invierno y para Noche buena, por ahí debe haber algo para invierno. —Pensó Duxo mientras observaba algunas camisas. —Meh, me compro una camisa blanca, una corbata roja y verde, y unos pantalones color café. —Se dijo Duxo mientras cargaba las prendas elegidas en la canasta.

Duxo terminó las compras y fue a esperar a su mamá y a su hermano menor cerca del ascensor.

Se sentó en una de las bancas; ya empezaba a hacer frío en el centro comercial y quería salir pronto para ir a casa a jugar OneBlock junto a Tommy o simplemente ir a dormir, pues se sentia mareado que queria vomitar.

Duxo reposó en el banco, en un día nublado, el centro comercial, con su frío abrazado. El viento susurraba, un poema en el aire, mientras Duxo pensaba en su dulce hogar.

Las nubes bailaban, un vals sin cesar, el frío avanzaba, en su paso polar. En la banca de piedra, se sentía solo, quería partir, hacia su propio polo.

El centro bullicioso, en silencio se volvía, sus pasos resonaban, como notas frías. El frío tejía versos, en la brisa helada, mientras Duxo decidía, su ruta trazada.

El hierro de la banca, le rozaba la piel, el nublado testigo, de su prisa fiel. El tiempo se estiraba, como rimas enlazadas, en el centro comercial, donde esperanzas eran alzadas.

—¡Hola! — saludo entusiasta Duxo. — Hasta que llegan. — se levantó del banco de concreto con una mueca de impaciencia.

—Hum. — Robert suspiró, rodando los ojos con expresión de resignación.