Los viernes eran días de fiesta. Mi tía solía buscarme a la salida del colegio y me llevaba a pasar el día a su casa. Recuerdo que lo único que yo quería era verla llegar y caminar esas cuadras que desembocaban en mis cálidas tardes de viernes.
En casa me esperaban Hilda (abuela que me dio la vida) y el abuelo. A ella la recuerdo con su pelo corto y sus aros blancos redondos de perlas, con sus pantalones de algodón y sus pantuflas azules y floreadas. El abu estaba en el cuarto de al lado, en su mundo infinito. Y a mí me encantaba decirle: -Abuelo, ¿puedo jugar acá? - Abuelo, ¿puedo quedarme al lado tuyo, puedo ver que hay en este mueble, puedo revisar estos cajones? Abu, recitemos los poemas que me enseñaste... Y con su sonrisa de flor me decía, -Por supuesto querida...
Mi tía mágica a veces estaba en su pieza, y yo me escabullía hacia el sillón verde del otro cuarto a la espera de que Hilda me contara historias de su vida. Del banco, de la casa chorizo, de su prima y sus travesuras en el garage, de todo un poco. A veces jugábamos con muñecas o convertíamos la casa entera en un barco en altamar. A veces simplemente ella leía mientras yo me trepaba al barral para hacer ejercicios que me miraba amurado a la pared, riéndose de que yo simulara que era una montaña, una escalera, o quién sabe cuántas otras cosas más.
Cuando aparecía la tardecita y yo ya estaba al sol con mis juegos, oía desde la cocina cómo me llamaban a merendar. Hilda y Susi charlando y riendo. Al abuelo a veces le subíamos la merienda a su cuarto, a él le gustaba así. Y nosotras nos quedábamos abajo mientras Hilda nos mostraba que las tostadas se doblaban a la mitad para comerlas, así como le habían mostrado sus tías a ella.
A veces, más tarde, Susi me llevaba hasta mi casa. Y caminábamos contando historias, mirando vidrieras o comiendo alguna golosina. El paraíso.
¿Dónde estarán esos momentos? ¿Alguien más los recordará como yo? Con estas imágenes que me susurran y me llevan de la mano a visitar esos recuerdos que parecen mirarnos quietos, suaves, como un destello de algún tiempo. Nuestro tiempo.
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La tía mágica
Short StoryRetazos, recuerdos, pinceladas de momentos que atesoramos.