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Matías avanzaba con determinacion hacia el baño, dispuesto a cambiarse, cuando sintió como lo agarraban fuertemente del brazo, impidiéndole seguir.
— ¿A dónde te pensas que vas? — preguntó Facundo, frunciendo el ceño.
El marplatense observó las pupilas dilatadas de su amigo, el leve temblor de sus manos y la seguridad que emanaba su voz.
— A cambiarme, ¿no me escuchaste?
Facundo se rió, como si acabara de soltar la broma más divertida de la noche.
— No te vas a ir a ningún lado, hadita.
Matías se sonrojó al escuchar el apodo, sintiéndose chiquito ante el más alto, que lo miraba cómo si quisiera usarlo y dominarlo.
— No le hables así — pidió Agustín, colocando una mano por encima de la del canalla, para que se relajara y soltara a Matías. Facundo rodó los ojos, convencido de que si el pelinegro se sentía incomodo, lo expresaría — Mati, bebé, vamos a volver a la sala ¿dale?
Agustín uso un tono de voz que normalmente usaría solo al hablar con un niño, pensó Matías, sintiéndose todavía más chiquito a los ojos de todos.
— No voy a volver — sostuvo con firmeza, a pesar de las miradas de soslayo de sus ocho compañeros, desafiandolos.
— Pero no vamos a hacer nada que no quieras, hadita — intervino Luka, acariciándole las mejillas — solo vamos a pasar un buen rato, capaz hasta te termina gustando.
Observó de reojo como Federico asentía y Valentín le dedicaba otra risita burlesca.
— No te hagas la difícil, trolita — agregó Barco, ganándose una mirada de reproche de sus compañeros.
Matías elevó sus cejas hacia el colorado, preguntándose cómo le daba la cara para tirarle esa, cuando era él el que le refregaba el orto a Agustín durante los entrenamientos.
— Vení, si te animas — Matías, con las manos en la cintura, espero atento por un Valentín que ahora estaba ruborizado.
Agustín pensó en la imagen que estaba a punto de observar, acomodándose el bulto en sus pantalones con anticipacion.
El colorado no planeaba dejar que Matías gane y lo mirara el resto de la noche con esa expresión de suficiencia que le encantaría borrar a golpes. Así que, se levantó del sillón y, con pasos rápidos, se acercó hacia el pelinegro.
Lo agarró con cuidado por el cuello, bajo la mirada expectante de todos, y ser acercó hacia su oreja para que solo él lo escuche.
— Te moris de ganas de que todos los que están acá te la pongan — le acarició la unión del cuello y la mandíbula — así que volves, te acostas arriba de la mesa y abris las piernas.
Matías nunca había considerado que Valentín pudiera llegar a intimidar a alguien, no entendía cuando leía en Twitter que seguro era el bully de más de uno. Hasta ahora, que sintió las piernas temblar como respuesta a la interacción.
Inconscientemente, los labios de Matías se unieron en un puchero.
— Esta bien — susurró, molesto consigo mismo por no hacerse desear un poco más.
Barco le sonrió, mientras lo tomaba de la mano y lo acompañaba devuelta a la sala.
— ¿Qué van a hacer? — interrogó con un poco de miedo. Si bien no era virgen, nunca antes había estado con un hombre, y menos había pensado que sus amigos que cada tanto tiraban comentarios homofobicos, ahora pareciera como si se lo quisieran coger entre todos.
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hadita; matías center
De Todoen un cuento de hadas, lo ideal es compartir. o donde matías, de visita en argentina, le reclama a sus ex compañeros un festejo digno después de haber ganado el premio al mejor jugador de octubre.