HADITA ROJA
G I A L E N
Valentín estaba desesperado, sentía como las sábanas de la cama lo quemaban y la transpiración caía por su frente. Los recuerdos de esa noche lo perseguían, atormentandolo y dejándolo con ganas de más. Necesitaba más.
Estaba cansado, frustrado de que sus dedos no alcancen para satisfacer sus necesidades, estresado de encontrarse en un bucle enfermizo de pensamientos donde todas las soluciones a su problema lo conducían a él.
Quería a Agustín.
Su mente estaba invadida de recuerdos de aquella noche, una ráfaga de momentos fugaces en los cuales Agustín penetraba a Matías con firmeza. Los hechos se recreaban en su mente de manera tortuosa, Agustín gimiendo con fuerza, Agustín pegandole al blanquecino, la espalda de Agustín arañada, Agustín, Agustín y Agustín.
Se debería sentir mal el estar tocandose con desespero pensando en su mejor amigo; se debería sentir mal el desear desde lo más profundo de su ser que las manos que ariciaban sus pliegues fueran las de él. Valentín no podía pensar, su juicio estaba nublado, anhelaba alcanzar el tan deseado orgasmo.
Y justamente no pensó cuando sus manos ansiosas agarraron el celular y abrieron el contacto de Agustín.
En silencio, Valentín se levantó de la cama y se acercó al espejo de cuerpo entero que reposaba sobre una pared de su habitación. Estaba agitado, acelerado y transpirado. Tenía el pelo levemente mojado y la piel pálida teñida de un rojo carmesí, todo en él delataba sus pecados previos.
Se ubicó de espaldas al espejo y se sentó en el piso apoyándose sobre sus rodillas, dejando a la vista su espalda pecosa, su culo trabajado y su cabellera rojiza. Era una foto prometedora, pero no había tiempo para pensar.
Apretó el botón de la cámara, lo apuntó al espejo y cuando estaba por tomar la foto se acordó. Las alitas. Rápidamente, se levantó de donde estaba y fue directo al placard donde las guardaba, seguían en su caja listas para ser estrenadas.
Eran dos alas de hadita de color rojo fuego, decoradas con plumas y lentejuelas. Venían con una varita, pero decidió descartarla.
Se ubicó en el mismo lugar que antes, manteniendo la pose, pero con la diferencia de que su cuerpo ya no estaba completamente desnudo, ahora de su espalda colgaban dos alas rojas brillantes que se robaban toda la atención.
Flash. Tomó la foto. Absteniéndose de tomarse un tiempo y razonar sobre sus acciones, se la mandó a Agustín junto a un mensaje conciso y contundente:
"Agustín, porfa"
Valentín sonrió cuando el susodicho leyó el mensaje al minuto de mandárselo. Observó como Giay escribía y borraba, volvía a escribir y volvía a borrar. Hasta que llegó la respuesta.
"Estoy en camino"
Ah, iba a venir, genial. Valentín se atragantó de los nervios. Bueno, era lo que quería pero no pensó que iba a ser tan fácil. No sabía bien qué le correspondía decir ahora, ¿tenía que dar alguna explicación? ¿Debería ponerle un 'ok'? ¿Un 'te espero'?
Se dijo a sí mismo que no era para tanto y, convenciendose en el proceso de que no era una mala idea, acercó la cámara del celular a sus pezones y sacó una foto mientras los rozaba.
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hadita; matías center
Randomen un cuento de hadas, lo ideal es compartir. o donde matías, de visita en argentina, le reclama a sus ex compañeros un festejo digno después de haber ganado el premio al mejor jugador de octubre.