25 de Noviembre

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Ferran estaba batiendo la mezcla del pastel, mientras su cachorro le ponía los trocitos de chocolate.

–Papá, si agregamos mucho chocolate ¿No le dolerá la pancita a papi?–Ian de cinco años y el encargado de velar por la seguridad de la cocina, preguntaba a su padre, quien dicho sea de paso, no sabía si el chocolate tenía medida.

–¿Tal vez? No importa, hoy es un día especial así que esta permitido comer muchoooos chocolates.–Respondió Ferran, realmente esperaba que no fuera malo el exceso de dulces.

–¡Pá!–Esta vez fue llamado por su hija menor Lara, era la pequeña consentida solo tenía tres años, pero ya manejaba a su padre con un solo dedo.

–¿Sí mi vida?

–Mira ¿Crees que a papi le guste?–Pregunto, mostrando su dibujo.

–Mmm, seria más perfecto si le agregaremos más detalles al uniforme, y ponle unos plátanos.

–Yei, eso haré gracias papá.

La hora de llegada de su omega ya estaba llegando. Hoy era su cumpleaños número 25, no saldrían ni nada, Pedri decidió que una fiesta familiar era más que suficiente.

Pudo escuchar la puerta siendo abierta, y el dulzón aroma de su omega llegar a él.

–¡Ya estoy en casa!

–¡Feliz cumpleaños Papi!–Los dos cachorros gritaron con risitas, la cara de Pedri era de sorpresa, sí planeaba pasar su cumpleaños con su familia, pero creyó que solo harían una cena cuando él llegara, no que decorarian la sala y lo recibirían con un pastel y dibujos.

Ferran se acercó a su sorprendido omega, le dio un poquito.

–Feliz cumpleaños amor ¿Te gusto tu sorpresa? Lo hicieron ellos mismos.–Dijo Ferran y eso provocó una risita en Pedri.

–No hay forma de que pueda creer que tu dulce trasero valenciano no haya ayudado.

–Mmm... Tal vez solo un poquito, te amo mi vida.

–Yo más Alfa romántico.

–¡¿Y nosotros estamos pintados?!

Los dos adultos rieron escandalosamente, no había mejor cumpleaños que este, Pedri se sentía muy afortunado.

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